Me habría gustado conocer a lady Farrah.
Estuvo casada 40 años con lord Farrah. Cuando el señor murió milady esperó unos cuantos meses, les dio a sus hijos la parte de herencia que les correspondía y luego se casó con su chofer, al que doblaba la edad.
Sus amigas le decían:
-Ese hombre se casa contigo por tu dinero.
-¿Y qué? -respondía ella-. Yo me casé con Farrah por el suyo.
Viajó por el mundo en compañía de su cachorrito (así le decía a su nuevo marido). Todas las mañanas salía del lecho con una sonrisa y canturreando. Se compraba lo que le venía en gana y le compraba a su marido lo que a ella le venía en gana.
Cuando su procurador le informó, inquieto, que el dinero se le estaba acabando despidió al chofer y fue a vivir en un convento al que antes había favorecido con largueza y donde se le recibió con agradecimiento. Ahí murió, y ahí fue sepultada en una humilde tumba cuya lápida muestra sus iniciales, nada más.
Me habría gustado conocer a lady Farrah. Supo vivir y supo morir. Ambos saberes son difíciles.
¡Hasta mañana!...