Metrópoli Laguna, el esfuerzo colectivo de organismos sociales y empresariales de nuestra región, se ha propuesto como un objetivo prioritario el de sensibilizar a la ciudadanía y actores públicos sobre los retos y complejidades que implica la dinámica metropolitana para esta zona en la que, además de colindar municipalidades, también convergen dos entidades federativas: Coahuila y Durango.
El actual mapa de gobiernos y partidos políticos, a nivel federal y local, es diverso no sólo en colores sino en actores y agendas protagónicas de la escena política -el gobierno estatal de Durango y el municipal de Torreón son ocupados por administraciones panistas; el estatal de Coahuila y los municipales de Gómez Palacio y Lerdo son del PRI; y los municipios de Matamoros, Francisco I Madero y el gobierno federal fueron ganados por Morena-. Tal vez esta condición, en la que nunca en la historia se habían encontrado nuestros estados entre sí y con respecto al gobierno federal, pueda finalmente empujar el planteamiento de bases sólidas para la coordinación metropolitana en La Laguna y desencadenar acuerdos, leyes y herramientas similares para otras zonas conurbadas que registran crecimiento y comparten condiciones parecidas a las nuestras (p.e. Zona Metropolitana de Puerto Vallarta, que incluye municipios de Jalisco y Nayarit).
Dejar pasar esta oportunidad para entablar diálogos eficaces y construir vías legislativas sustentables para el cumplimiento de las metas de desarrollo metropolitano (diagnosticar y trazar las metas quizá sea un paso de mayor complejidad e importancia antes de proponer rutas legales), retrasaría las posibilidades de mejorar las condiciones de vida económica y social para los habitantes de La Comarca.
Así parecen comprender Miguel Ángel Riquelme en Coahuila y José Rosas Aispuro en Durango. Además de expresar en ocasiones anteriores su disposición para trabajar temas metropolitanos para La Laguna de manera coordinada, ambos gobernadores han reconocido la importancia de gestionar recursos federales de manera especial para la zona metropolitana, con el objetivo de incentivar la actividad económica.
Sin embargo, las rutas disponibles para la metropolización de La Laguna son también diversas y ofrecen ventajas y desventajas. Elegir una de ellas de manera unilateral, o acordar remedios temporales sin contemplar las necesidades de la ciudadanía, traería no sólo las mismas consecuencias sociales de siempre, sino que implicaría soslayar las evidentes muestras de una transformación ciudadana en busca de espacios de participación sustantiva y nuevos modelos de gobernanza, sobretodo a nivel local.
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