Casi dos mil especies de abejas se encuentran en grave riesgo de extinción en México, debido a la agricultura intensiva, el cambio climático y los plaguicidas. (ARCHIVO)
Casi dos mil especies de abejas se encuentran en grave riesgo de extinción en México, debido a la agricultura intensiva, el cambio climático y los plaguicidas.
El Foro Consultivo, Científico y Tecnológico (FCCyT) señaló que la especie europea no está en peligro de extinción porque hay muchas colmenas en granjas apicultoras dedicadas a la producción de miel por todo el mundo.
Sin embargo, la situación de las abejas silvestres es diferente, porque los cultivos exclusivos de maíz representan enormes desiertos, pues se han eliminado las flores nativas con las cuales se alimentaban.
Y es que hasta un 80 por ciento del trabajo de las abejas consiste en polinizar flores y frutos, mientras que el restante 20 por ciento lo utilizan para producir miel y veneno.
Aunque hay una gran variedad de insectos polinizadores que se encargan de 90 por ciento de las flores, las abejas sobresalen por su alta eficiencia, explicó Adriana Correa Benítez, experta de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Autónoma de México.
Pero el riesgo que corren las abejas se extiende hasta la producción de alimentos, acentuó el FCCyT a través de un comunicado.
De la variedad de productos agrícolas para alimento humano, 75 por ciento depende de los polinizadores, como la mayoría de las frutas, semillas y nueces, que proveen una mayor riqueza nutrimental y son fuentes principales de vitaminas A, C y ácido fólico, entre otros micronutrientes.
La polinización ocurre cuando el polen se desplaza de los estambres (parte masculina de las plantas) hasta el estigma (la parte femenina); si las flores son polinizadas se transforman en frutos, o de lo contrario se marchitan.
Se estima que algunas plantas requieren al 100 por ciento de la polinización para dar frutos, como cacao, vainilla, melón, sandía, calabaza, calabacita y kiwi.
Pero pocos saben que los polinizadores pueden ayudar a mejorar la calidad de los alimentos, aun cuando estos no requieran ser polinizados para dar frutos, proporcionando mejor sabor, olor, color o valor nutrimental, apuntó.
Correa Benítez dijo que los estudios se han enfocado mucho en la abeja europea, “porque es la especie que podemos cuantificar en colmenas”.
“Cuando ellas se mueren, quiere decir que las abejas nativas que viven alrededor también lo hicieron y, con ellas, hasta ahora no se puede cuantificar el daño”, manifestó la especialista.
En México hay cerca de dos millones de colmenas y más de 43 mil apicultores, según datos de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), ocupa el séptimo lugar como productor de miel a nivel mundial y en los últimos cinco años se promedió una producción anual de 57.9 mil toneladas, en tanto que el año pasado se obtuvo una producción de 62.2 mil toneladas, la más alta en las últimas dos décadas.
Para Correa Benítez, experta de la UNAM, los productos fitosanitarios (herbicidas, plaguicidas y otras sustancias) ponen en peligro a las abejas y esto se tiene que regular en el campo, porque afectan a la flora nativa de México y, por tanto, a las abejas.
La Sader anunció en días pasados la integración de un grupo institucional para el fortalecimiento de la regulación y vigilancia de plaguicidas, sustancias tóxicas y nutrientes vegetales.
Esto será a través del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) y en trabajo con las secretarias de Salud, Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris).
Con esa medida se busca modernizar el marco regulatorio y la gestión de plaguicidas y, de manera paralela, atender la Recomendación 82/2018 de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) para restringir su uso.