El presidente Andrés Manuel López Obrador basó su campaña en la promesa de ser firme contra la corrupción masificada, una tarea de dimensiones colosales. En 2018, México obtuvo 28 de 100 puntos en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparencia Internacional, en donde el menor puntaje indica mayores niveles de corrupción.
Eso coloca a México al nivel de Rusia y detrás de países como Bolivia y Honduras en contratos transparentes de negocios.
Ricardo Alvarado, investigador del grupo civil "Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad", dijo que aunque López Obrador fue capaz de capitalizar durante la elección la indignación y frustración social por la corrupción, su Gobierno aún no ha presentado un plan concreto para abordar el problema.
"El combate a la corrupción está más en el discurso que en la práctica", sostuvo Alvarado.
Las medidas enérgicas que han sido tomadas se llevaron a cabo de manera desordenadas, y algunas han tenido consecuencias graves.
El gobierno comenzó en enero con una confrontación directa contra los ladrones de combustible que perforan los oleoductos y utilizan camiones cisterna para transportar la gasolina.
También ha adoptado una estrategia de tala y quema a programas y gastos, algunas veces con afectaciones para los beneficiarios.