Se cumplen 130 años del nacimiento del líder vietnamita, Ho Chi Minh, que dirigió al Partido Comunista de Vietnam en la lucha anticolonial contra los franceses, primero, y luego contra los estadounidenses. (EFE)
Se cumplen 130 años del nacimiento del líder vietnamita, Ho Chi Minh, que dirigió al Partido Comunista de Vietnam en la lucha anticolonial contra los franceses, primero, y luego contra los estadounidenses.
Vio la luz en el centro de Vietnam con el nombre Nguyen Sinh Cung, que debido a la clandestinidad tendría que cambiar en varias ocasiones. Además de Ho Chi Minh, que significa “el que ilumina”, se hizo llamar Nguyen Ai Quoc “el patriota” o Nguyen Tat Tanh.
Cuando era joven, su familia emigró a París, donde tuvo su primer acercamiento con socialismo a través del Partido Socialista Francés, que sería la base de la fundación del Partido Comunista de Francia, proceso en el cual también participó “El tío Ho”.
De Francia viajó a la Unión Soviética, donde se incorporó a las discusiones de la Tercera Internacional que decidiría enviarlo a apoyar a China en la formación militar de las organizaciones comunistas.
Ahí, estuvo bajo el mando de Chiang Kai-Shek, dirigente del Kuomintang, el Partido Nacionalista Chino, y Chou En Lai.
Poco después, ambos se enfrentarían en la revolución china, pues Kai-shek se alinearía con Japón y En Lai sería el segundo al mando después de Mao Tse-tung.
Cuando el 3 de abril de 1927 Chiang Kai-shek encabezó una masacre contra comunistas, Ho Chi Minh logró huir para refugiarse en Siam, la actual Tailandia, en donde continuaría organizando la lucha de los obreros y campesinos.
En ese año también fundó el Partido Comunista de Vietnam (PCV) que lideraría la lucha contra la ocupación francesa hasta lograr la expulsión total de los colonialistas.
Luego de su salida de Vietnam y como parte de su experiencia en el país asiático, los militares franceses crearían la guerra contrasubversiva, como un desarrollo de la lucha por mantener sus colonias.
Esta teoría y práctica, los franceses la aplicarían después en Argelia, y durante la década de 1960, se la enseñarían a los militares argentinos que luego encabezarían golpes de Estado en América Latina e incluso serían parte de la formación de la tristemente célebre Escuela de las Américas, de dónde saldrían la mayor parte de los dictadores latinoamericanos.
Al mismo tiempo, Ho Chi Minh dirigiría la lucha por la instauración de un régimen socialista en Vietnam, obteniendo la victoria al conquistar Hanoi, la capital.
La lucha contra Estados Unidos
Estados Unidos entró en acción poco después de la Segunda Guerra Mundial e invadió el sur, estableció un gobierno afín a sus intereses con capital en Saigon. El objetivo principal de Estados Unidos era impedir que Vietnam se unificara en un sólo país, con dirección de Ho Chi Minh y el Partido Comunista.
Infinidad de textos relatan la entrega de los vietnamitas en lo que consideraban la defensa de su país y el ingenio que derrocharon para vencer a los militares estadounidenses, quienes no lograron superar la derrota en muchos años.
Vietnamitas de todas las profesiones, trabajos y edades participaron en la lucha dirigida por Ho Chi Minh. Desde los comunistas convencidos hasta las prostitutas, que trabajaban con los marines para extraerles secretos como relata Arlen Eisen Bergman en su célebre texto Las mujeres de Vietnam.
El resultado de la guerra fue devastador: más de cinco millones de muertos, de los cuales, 58 mil 100 fueron soldados estadounidenses y el resto, pobladores y milicianos vietnamitas.
A esto, se suma la devastación generalizada del territorio, bombardeado cientos de veces y cerca de ocho millones de toneladas de cargas explosivas que incluyeron el uso de químicos como Napalm y el “agente naranja”, lo que representa más bombas que todas la utilizadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Ho Chi Minh dirigió la guerra contra Estados Unidos hasta su muerte, en 1969, seis años antes de la derrota estadounidense.
Y aunque no vio la salida del ejército norteamericano de su país, el nombre de Ho Chi Minh estuvo en boca de todos los que celebraron la victoria del pequeño país asiático sobre uno de los ejércitos más poderosos del mundo.
