La huella del CJNG nace en México, cruza Centroamérica, llega a Colombia y enlaza con un socio clave de ese país: el Ejército de Liberación Nacional (ELN), un movimiento guerrillero comunista acusado de participar en negocios de producción y contrabando internacional de drogas y lavado de dinero.
La Dirección Antinarcóticos de la Policía Nacional de Colombia reveló en agosto de 2018 que el ELN cobró para garantizar la salida de cargamentos de cocaína de ese país hacia el puerto de Manzanillo para el CJNG.
Colombia advirtió en 2017, de un súbito aumento desde 2014 del ingreso de narcotraficantes mexicanos -en especial del Cártel de Sinaloa y el CJNG- a zonas "no turísticas" para comprar cocaína. La presencia fue detectada en áreas de producción de esa droga, como los sureños departamentos de Putumayo y Nariño, fronterizos con Ecuador, y Norte de Santander (noreste), limítrofe con Venezuela.
La alarma sobre la acelerada incursión criminal de mafiosos mexicanos encubiertos como turistas, empresarios, trabajadores o estudiantes, quedó registrada en un memorando de la cancillería de Colombia y en una nota de la Fiscalía General de la Nación.