La señora Francisca se vistió de gala con su mejor traje en color morado para dar la entrevista y relatar sus anécdotas de vida. (JESÚS GALINDO)
Escuchar las anécdotas de doña Panchita es una delicia. Es una abuelita risueña y con ojos vivarachos que el próximo 4 de octubre cumplirá sus 99 años de edad.
A partir de su vitalidad y entereza, dice que la clave para llegar casi al centenario de vida es la fortaleza que tiene en sus piernas. No le duelen, la hacen valer y son su motor, siempre acompañadas de su bastón. Aunque a veces está cansada y decaída, la mujer se siente con valor, ánimo y fuerzas para seguir, hasta que Dios así lo quiera.
Casi siempre anda en bata pero ayer hizo una excepción y se vistió de gala. Se levantó a las 8 de la mañana, se puso su mejor traje en color morado, sus zapatos negros y se recogió el cabello. La noche anterior no pudo dormir muy bien solo de estar pensando en que al día siguiente estaría frente a una grabadora contando su historia de vida y platicando cómo ha enfrentado un sinfín de adversidades, una de ellas, el no saber leer ni escribir pues nunca fue a la escuela debido a que quedó huérfana desde muy pequeña y junto con sus hermanos anduvo navegando.
Francisca Nery nació en Aguascalientes y después migró a La Laguna. Fue en Gómez Palacio donde por mucho tiempo trabajó de cocinera, lavandera y recamarera para después contraer matrimonio con Pablo Santoyo. Compartieron su vida por unos 70 años y tuvieron 12 hijos e hijas, de los cuales, sobreviven ocho.
"Estaba uno pobre, éramos pobres de a tiro pero vivimos bien con todos mis hijos que navegué. Mire, gracias a mi padre Dios me rendía para todo y salimos adelante. Mi esposo ya tiene como unos 14 años de muerto y ya, me quedé con mis hijos, ahí ando navegando con uno y con otro y así me la paso", cuenta.
Con una memoria intacta y lúcida, doña Panchita narra que solo la aqueja un malestar en el estómago, producto de la gastritis y de una hernia hiatal; afortunadamente no padece diabetes, hipertensión ni otras enfermedades crónico-degenerativas que comúnmente afectan a las personas de la tercera edad.
En esta pandemia por el COVID-19, una de las abuelitas más longevas de Gómez Palacio no sale para nada a la calle. "No, yo no salgo, nomás adentro. Les digo que cierren bien la puerta y luego me dicen: 'no vaya abrirle a nadie', no, ya sé que no tengo que abrirle a nadie", expresó.
SU FAMILIA REUNIDA, EL MEJOR REGALO
Entre lágrimas y con un suspiro, dice que si Dios la deja para su cumpleaños número 99, su mejor regalo sería tener, aunque sea por un día, a su familia completa reunida, a sus hijos, sus 32 nietos y 76 bisnietos. "Que me sigan viendo con cariño, eso es lo que quiero, con que haya placer, que traten a uno bien porque lo que sea, todos mis hijos me han tratado bien".
Una segunda cosa que le gustaría a doña Panchita para su celebración sería una fiesta con sus seres queridos, donde haya pastel, un rico mole o un sabroso asado, además de música con mariachi o un conjunto para que le canten una de sus melodías favoritas: "Amor perdido, si como dicen es cierto que vives dichoso sin mí, vive dichoso, quizá otros besos te den la fortuna que yo no te di". Entre bromas, surgió la posibilidad de que ese día pudiera bailar un vals. "Ande no, me desmayo", comentó mientras soltó la carcajada.
Este viernes 28 de agosto y con el fin de complementar el Día del Padre y el Día de la Madre, está dedicado a los adultos mayores, particularmente a los abuelos y abuelas. Es importante que las personas de la tercera edad tengan el lugar que merecen en el cuidado de la familia además de recordar que son la semilla del fruto que ahora se tiene y tomar en cuenta su experiencia y anécdotas de vida.