Como casi todo en la vida, las cosas no son blancas o negras; las actitudes tampoco. Al menos, así lo afirma un estudio liderado por investigadores españoles que clasifica a las personas en tres perfiles: mentirosos, tramposos no mentirosos y deshonestos radicales y, dentro de ellos, los que llevan su comportamiento al extremo o los más sutiles. (ESPECIAL)
Como casi todo en la vida, las cosas no son blancas o negras; las actitudes tampoco. Al menos, así lo afirma un estudio liderado por investigadores españoles que clasifica a las personas en tres perfiles: mentirosos, tramposos no mentirosos y deshonestos radicales y, dentro de ellos, los que llevan su comportamiento al extremo o los más sutiles.
En total, son seis perfiles de comportamiento humano deshonesto que se detallan en un estudio publicado en la revista Psychological Science y liderado por investigadores de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), con la participación de la Universidad Autónoma de Madrid, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Harvard.
"Hasta ahora, para medir comportamiento deshonesto, o se medía con tareas que los participantes podían sospechar y, por lo tanto, no eran muy reales, o con tareas en las que no podíamos saber qué hacían en realidad y teníamos sólo datos agregados y medias estadísticas", explica David Pascual Ezama, investigador del Departamento de Administración Financiera y Contabilidad de la UCM.
Según este economista, el valor del estudio reside en que consigue "analizar el comportamiento real encontrando varios patrones de comportamiento diferentes muy interesantes, que se intuían en algunos casos pero que nadie había sido capaz de demostrar hasta ahora".
Para realizar la investigación, los científicos llevaron a cabo dos experimentos.
En el primero, con una moneda a blanco o negro, el resultado permitió clasificar a los voluntarios en afortunados y desafortunados que decían la verdad, en mentirosos (si les salía negro y decían blanco), en tramposos pero no mentirosos (no pararon hasta que les salió el color blanco que le proporcionaba el premio económico) y en deshonestos radicales (ni siquiera intentaron tirar y dijeron el color blanco).
En el segundo experimento, llamado escala de grises, la muestra tenía que tirar un dado y, según el resultado, obtenían compensación económica.
Este juego permitió la distinción en dos dentro de cada perfil deshonesto, en función de si llevaban al extremo su comportamiento deshonesto o solo lo hacían en parte.
Los mentirosos falsificaron el resultado de su tirada, diciendo otro número distinto al que les había tocado, en tanto que los tramposos, para evitar mentir, tiraron tantas veces como quisieron hasta obtener el resultado que querían (decían la verdad, pero solo cuando les interesaba).
Por último, los deshonestos radicales, ni se molestaron en tirar el dado, contestaron directamente la respuesta que más les convenía.
"Esta clasificación de seis perfiles diferentes de mentirosos y tramposos es un paso para poder analizar que ventaja tiene detectarlos, por ejemplo, para un proceso de selección de personal", concluye Ezama.