La nueva Comisión Europea (CE) de Ursula von der Leyen quiere extender su vocación geopolítica al espacio exterior. (ARCHIVO)
La nueva Comisión Europea (CE) de Ursula von der Leyen quiere extender su vocación geopolítica al espacio exterior, ámbito clave para la economía digital, la lucha contra la crisis climática o la industria de la defensa donde la Unión Europea (UE) combina colaboración y competencia con potencias como EUA, Rusia, China, India o Japón.
"El espacio es la nueva frontera de la política global", dijo este martes el alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, durante la XII Conferencia Europea del Espacio, que durante dos días reúne en Bruselas a los principales agentes del sector aeroespacial de la UE.
Borrell, que utilizó el concepto "estratégico" para referirse a las ambiciones espaciales europeas, señaló que "la economía global depende en un 60 % del espacio, directa o indirectamente", y resaltó las implicaciones que el sector aeroespacial tiene en términos de seguridad y defensa, tanto para la Unión Europea como para los otros grandes bloques territoriales del planeta.
"No debemos ser ingenuos. Si cada vez más parte de nuestra economía depende del espacio, esa parte tiene que estar protegida", resumió en su intervención el subdirector de la recién creada Dirección General de Industria Defensiva y Espacio de la Comisión Europea, Pierre Delsaux.
OTROS DESAFÍOS
Más allá de la carrera militar, la cita anual bruselense consagrada al espacio evidenció que hay otros desafíos fuera de la atmósfera terrestre a los que Europa quiere hacer frente, como la observación y mitigación del cambio climático o la gestión del tráfico y la limpieza de la basura espacial.
Este último punto es uno de los más sensibles pues existen unos 5,000 satélites en órbita alrededor de la Tierra, de los que sólo 2,000 están operativos, a los que se suman más de 70,000 partículas de al menos medio centímetro que pueden dañar los satélites que hacen posibles las comunicaciones.
En ese sentido, la ESA acordó el pasado octubre a la firma suiza ClearSpace el desarrollo de la primera misión del mundo para retirar basura espacial, que se prevé envíe en 2025 un "satélite cazador" que con sus brazos robóticos recuperará un trozo de unos 100 kilos de un cohete Vega lanzado en 2013 y abandonado en una órbita de entre 800 y 600 kilómetros de altitud.
"El espacio es infraestructura y lo peor que puedes tener en la infraestructura es basura", comentó a la prensa el director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), Jan Wöerner, quien tiene un plan para "retirar basura espacial y evitar futuros deshechos".
El hipotético plan que Wöerner tiene en mente pasa por mejorar la gestión del tráfico espacial obligando a las empresas a cumplir una de tres condiciones antes de colocar un aparato en el espacio: el satélite deberá incorporar un sistema para salir de órbita una vez termine su misión; sus propietarios tendrán que firmar un contrato con una compañía especializada para encargarse del aparato o bien harán un depósito para financiar su retirada por terceros.
FINANCIACIÓN
Pero el desarrollo de esas y otras misiones a caballo entre la ciencia y la ciencia ficción depende de la financiación, aspecto que la ESA aún no tiene atado a largo plazo.
En la conferencia ministerial de la agencia celebrada en Sevilla en noviembre la ESA consiguió 14,400 millones de euros para los próximos cinco años, entre ellos programas para regresar a la Luna con EUA o para recoger muestras de Marte y traerlas a la Tierra.
Pero aún no está cerrado el marco financiero plurianual de la Unión Europea, el presupuesto de la UE entre 2021 y 2027, y la dotación de la Comisión Europea a la agencia (actualmente un 23 % de su presupuesto) podría verse comprometido.
Tras una propuesta inicial de 16,000 millones de euros de la CE, que se llegó a elevar a 16,900 millones, la cifra que actualmente está sobre la mesa es de 12,700 millones entre 2021 y 2027, es decir, una incógnita que se traduce en una diferencia anual de unos 1,000 millones de euros y que se despejará a lo largo de 2020.
De aplicarse ese recorte, que está en manos de los Estados miembros de la UE, no afectaría a la "continuidad" de programas como el sistema de navegación Galileo o las misiones de observación de la Tierra que lleva a cabo Copérnico, pero sí a su "evolución para seguir siendo una tecnología de vanguardia", lo que "sería una pena", concede una alta fuente europea.
FUTURO LIDERAZGO
Aterrizando en horizontes más mundanos, como el de la dirección de la Agencia Espacial Europea, Woërner permanecerá al frente de la ESA hasta el 30 junio de 2021 y, sin descartar ninguna posibilidad, conversando con la prensa deja una puerta abierta al relevo tras esa fecha.
"El último día trabajaré hasta la noche, sin parar para comer (...). Tengo 65 años. Este verano cumpliré 66, luego 67 y luego probablemente 68. Así que también hay espacio para gente más joven", comentó el alemán.