Historia. La iglesia de San Juan Bautista fue inaugurada en 1947, tras varios intentos de los vecinos para edificarla.
En el poniente de la ciudad, al pie de los cerros que vigilan a uno de los barrios más antiguos de Torreón, el templo de San Juan Bautista se asoma con sus torres y su bella arquitectura, recordándole a la región que ha sido un firme testigo de su historia, desde su inauguración en 1947.
En esta semana, se anunció la obtención de un recurso federal para su restauración: 300 mil pesos provenientes de la Secretaría de Cultura a través del programa de Apoyo a las Comunidades y Restauración de Monumentos y Restauración de Monumentos y Bienes Artísticos de Propiedad Federal (mismo programa con el que la Iglesia del Perpetuo Socorro se vio beneficiada el año pasado). Este dinero se reunirá con fondos de la propia Iglesia y del Ayuntamiento de Torreón, para así juntar un millón de pesos y comenzar con las obras a finales de agosto.
Ante esto, El Siglo de Torreón, con la guía del historiador Carlos Castañón, director del Archivo Municipal, hace un recorrido por la historia de este templo anclado en los límites de la colonia San Joaquín, que sin duda representa una de las edificaciones emblemáticas del viejo sector de la urbe.
CIMIENTOS
La zona donde actualmente se encuentra el templo de San Juan Bautista (o San Juanito, como es popularmente conocido), corresponde a terrenos que, a principios del siglo XX, el empresario Joaquín Serrano (accionista de fábricas como la jabonera La Unión y la hiladera La Fe) donó a sus trabajadores para que fincaran sus viviendas. Así, el barrio de San Joaquín lleva su nombre gracias a este importante personaje.
Su historia arrancó en 1908, cuando el ciudadano Juan Araiza reunió a 18 de sus amigos con el objetivo de formar una cofradía en honor a San Juan Bautista. El 24 de junio de ese año, se celebró la primera fiesta que consistió en la colocación de la imagen de San Juan en casa del señor Hermenegildo Beltrán.
Entre 1916 y 1918, la sociedad ya estaba oficializada y los habitantes del barrio de San Joaquín se organizaron para construir una pequeña capilla de adobe. No obstante, esa época se caracterizó por la toma de varios grupos revolucionarios que llegaron a la ciudad. Uno de ellos saqueó la capilla y robó su material para construir trincheras, por lo que el pequeño centro de devoción desapareció.
Más adelante, Jorge Sandoval, presidente de la Cofradía de San Juan Bautista, compró los terrenos donde actualmente se encuentra el templo, en el año de 1927.
"Pero fue un año terrible para México porque, imagínate, el señor había cumplido su deseo de comprar un terreno para hacer un templo en forma en plena Guerra Cristera. Entonces, prácticamente le prohíben levantar el templo y se tiene que esperar hasta el año 1944, cuando inició la construcción del tiempo", explicó Castañón.
INAUGURACIÓN
El 19 de marzo de 1944 se colocó la primera piedra de la iglesia y tardó tres años en ser construida.
Fue el domingo 22 de junio de 1947, en punto de las 10 de la mañana, cuando el templo abrió sus puertas a los feligreses. El recinto lució a reventar, quedando varias personas afuera. A la ceremonia acudió el entonces obispo de Saltillo, José María Echavarria.
Una crónica de la época, relatada por esta casa editora, narra que a la inauguración arribaron agrupaciones religiosas de colonias como San Joaquín, La Unión, La Fe, Metalúrgica, La Vencedora, Nueva Aurora, entre otros barrios.
Tras la misa, se efectuó una gran verbena popular, llena de música, comida, juegos y pirotecnia.
Según Carlos Castañón, el templo costó 400 mil pesos y el proyecto corrió a cargo de dos personas: el padre Luis Vargas y el arquitecto Jorge Sandoval.
Es una iglesia que venera tanto a San Juan Bautista como a la Virgen de San Juan. Al interior del templo, en su techo, se encuentra una clara referencia a la basílica de Santa María Maggiore, la cual se encuentra en Roma, Italia.
Para Carlos Castañón, es de suma importancia la noticia de la restauración de este templo, pues cuenta con algunos deterioros en la fachada que implican humedad y algunas piezas desprendidas.
Además de su relevancia arquitectónica, que incluye tres naves de estilo corintio, la iglesia es un punto de encuentro para la comunidad, donde cada junio se celebra la fiesta de San Juan Bautista y se emula la gran algarabia que tuvo en su inauguración.
"Es un templo que, independientemente si eres creyente o no, te maravilla ver su belleza en ese punto del poniente de Torreón. La belleza, decía Agustín, es aquello que te detiene. Y justamente, cuando volvemos a ver ese templo, eso es lo que nos detiene de pronto. Nos hace voltear la mirada", finalizó.