Nos encontramos en una coyuntura crítica de largo proceso de la pandemia que se inició hace más de tres meses. Ahora se trata de tomar decisiones relativas a la posible reanudación de las actividades industriales del país. En las conferencias matutinas de los últimos días hemos aprendido que este proceso tendrá que ser gradual, probablemente por regiones y tomando en cuenta la prioridad de las actividades.
Ciertamente será la creación de empleo el criterio más inmediato y por ello, la rama de la construcción seguramente será la que recibirá el banderazo para reiniciar sus actividades. En seguida vendrán las unidades productoras de piezas, partes, componentes y otros insumos que se requieren en las industrias terminales automotrices y de otro tipo tanto en México como en Estados Unidos. Este hecho ilustra en forma incontrovertible la profunda imbricación que existe entre nuestra industria y la que los norteamericanos conciben como parte de un polo industrial financiero con pretensión de hegemonía mundial.
Este último punto es donde vale la pena detenernos a considerar la suerte que a México toca como parte integral y posiblemente indisoluble de una estrategia continental. Esto mismo subraya la dirección que ha de tomar nuestro país dentro de la comunidad internacional.
Las declaraciones del presidente de la República no dejan duda. Es claro su propósito de confirmar el papel de nuestro país como socio, seguramente al lado de Canadá, de gran estrategia que nos ha alejado de los sueños que alguna vez albergamos de autonomía e independencia. Cualquier papel que queramos jugar en el foro mundial está condicionado a dicho esquema.
Una de las muchas pruebas de lo anterior lo encontramos en la cláusula 32.10 del nuevo Tratado de Comercio de Norteamérica, T-MEC. En efecto, en dicho acuerdo México se obliga a consultar con sus dos socios la conveniencia de suscribir acuerdos con cualquier país que no ostente la calidad de economía libre de mercado. Esta nueva condicionante que nuestros negociadores aceptaron, inexistente en el TLCAN, nos encorseta en nuestro irrenunciable propósito de diversificar en todo lo posible nuestras relaciones comerciales, financieras y científicas con países que consideremos aceptables para realizar proyectos y programas que aumenten los niveles de empleo y avances tecnológicos.
El asunto es interesante en cuanto a la identificación con los propósitos hegemónicos de nuestro socio al norte. México debe cuidar su independencia.
El desarrollo que necesitamos emprender con toda energía una vez terminado y subsanado el bache que la pandemia vino a acentuar, tiene que responder a una visión amplia y universal, libre de ataduras innecesarias y altamente inconvenientes en lo que se refiere a las perspectivas que debemos poder siempre ofrecer a nuestra población trabajadora y a nuestra comunidad empresarial y académica.
Los compromisos que nos involucran con los propósitos "norteamericanos", no deben ser óbice para que acentuemos nuestras históricas alianzas con países de centro y sud américa donde encontramos similitudes culturales que debemos insistir en ahondar. Nuestra comunidad cultural, incluso con España, forma parte de la verdadera fisonomía de México en el mundo. Tan es así que las características de los cientos de comunidades mexicanas en Estados Unidos confirman la personalidad propia de lo mexicano que no debe ponerse ni en duda y menos en juego.
El discurso que últimamente ha difundido el presidente de la República, por ejemplo, en torno a la familia, acentúa la importancia de situar valores por encima de logros materiales, y prueban que la contribución de México a la paz y la prosperidad mundial no deben constreñirse a la visión de ningún país y menos a las aspiraciones hegemónicas de otros.
La trayectoria de México ha traspasado muchas pruebas. Las complejidades del mundo actual, los problemas demográficos incontrolables y las amenazas ambientales exigen una particular fortaleza en la imagen que México difunda en el mundo. Su validez en mucho depende de la independencia con que México se ostente ante el mundo entero. Los pasos que se están dando distan mucho de confirmar este propósito, Es momento de enderezar el rumbo.