En la cocina del Potrero de Ábrego la plática se alarga tras la cena.
El crepitar de la leña en el fogón y unas copitas de mezcal favorecen ese alargamiento.
-Mi mujer -relata don Abundio- acusó en Arteaga a doña Flavia la de Crispo. Dijo que le había robado su marrano El agente del Ministerio Público le preguntó. "¿Cuándo sucedió ese robo?". Contesto Rosa: "Hace un año". "¿Un año? -se sorprendió el agente-. ¿Y por qué hasta ahora viene a denunciar a la que se robó el marrano?". Respondió ella: "Estaba esperando a que me lo engordara".
Todos reímos, menos doña Rosa.
Ella dice con gesto de disgusto y dice:
-Viejo hablador.
Don Abundio hace la señal de la cruz con los dedos índice y pulgar, se la lleva a los labios y jura:
-Por ésta.
¡Hasta mañana!...