Justo este miércoles que se anunció a las ganadoras del Premio Nobel de Química 2020, falleció Mario Molina, científico mexicano que fue reconocido con el mismo galardón hace casi 25 años. Fue el 11 de octubre de 1995 cuando recibió la noticia. (ARCHIVO)
Justo este miércoles que se anunció a las ganadoras del Premio Nobel de Química 2020, falleció Mario Molina, científico mexicano que fue reconocido con el mismo galardón hace casi 25 años. Fue el 11 de octubre de 1995 cuando recibió la noticia.
Esa no es la única coincidencia. Tras el anuncio, Mario Fortes, entonces presidente de la Academia de la Investigación Científica -hoy conocida como Academia Mexicana de Ciencias- describió a esta casa editorial el panorama científico del país a propósito de la victoria del mexicano.
"Lo que nos falta es apoyo para crear un ambiente académico propicio, no hablo sólo de laboratorios e insumos, sino también la actividad académica de excelencia, que es algo que hay que proteger y cuidar", dijo el científico, quien también denunció que el entonces presidente Ernesto Zedillo estaba incumpliendo su compromiso de aumentar la inversión de ciencia y tecnología al 1% del PIB.
La situación que describe Fortes no es muy diferente a la que vive el país actualmente, donde solo se espera la votación de la Cámara de Senadores para darle el tiro de gracia a 109 fideicomisos, de entre los cuales 65 son de ciencia, pese a las protestas de la comunidad científica.
Así fue el día que Mario Molina ganó en premio Nobel de Química en 1995.
El Mexicano Mario Molina, Premio Nobel
12 de octubre de 1995
- Junto con un holandés y un estadounidense ganó el de Química
El Nobel de Química 1995 fue otorgado hoy al científico mexicano-estadounidense Mario Molina, al holandés Paul Crutzen y al estadounidense F- Sherwood Rowland, por sus investigaciones en la formación y descomposición del ozono.
La Academia Real de Ciencias de Suecia galardonó a los tres químicos "por sus trabajos en el dominio de la química atmosférica, y en especial sobre la formación y la desintegración de la capa de ozono".
Los tres científicos "han hecho contribuciones para explicar cómo se forma el ozono en la atmósfera y cómo se descompone a través de procesos químicos en la atmósfera", dijo el jurado sueco y añadió que además mostraron "qué tan sensible es la capa de ozono".
Los trabajos de los tres galardonados hicieron posible la decisión de prohibir las emisiones de gases que afectan la capa de ozono, que protege a la tierra de los rayos nocivos del sol.
La atmósfera que rodea la tierra contiene pequeñas cantidades de ozono, un gas compuesto por tres átomos de oxígeno (O3), que junto con el oxígeno molecular ordinario (O2), es capaz de absorber la mayor parte de las radiaciones ultravioletas del sol.
Mario Molina, nacido el 19 de marzo de 1943 en México, trabaja con el Departamento de Ciencias de la Tierra, Atmosféricas y Planetarias del Instituto Tecnológico de Massachusetts (Estados Unidos).
El galardonado mexicano, de 52 años de edad, obtuvo su doctorado en química-física en la Universidad de Berkeley (California). Es miembro de la Academia de Ciencias de Estados Unidos.
Mauricio Fortes: El Nobel de Química debe alentar la inversión en ciencia
El que un científico de origen mexicano, el doctor Mario Molina, haya sido distinguido con el Premio Nobel de Química 1995, debe alentar la inversión del Estado mexicano en ciencia y tecnología, afirmó Mauricio Fortes, presidente de la Academia de la Investigación Científica (AIC).
En conferencia de prensa, Fortes destacó que, si bien es cierto que un reconocimiento de la magnitud del Premio Nobel se otorga en razón de los aportes individuales o en equipo al campo de la investigación científica, también es fundamental contar con un ambiente académico propicio para llevar a buen puerto dichas investigaciones.
Por tal razón, puntualizó que aunque la comunidad científica mexicana está de plácemes porque el doctor Molina haya recibido el Nobel, "no es justo adornarse por un premio individual", más aún a sabiendas que el galardonado forma parte de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos.
Es preciso -acotó-, aprovechando la coyuntura del Nobel, convencer al Estado de que es necesario invertir en ciencia y tecnología, pues está demostrado que los mexicanos también pueden llegar a recibir un premio de tal magnitud.
Recordó que actualmente la inversión para ciencia y tecnología es de 0.35% del Producto Interno Bruto (PIB) y que uno de los compromisos del presidente Ernesto Zedillo fue ir incrementando dicho porcentaje hasta alcanzar 1% del PIB para el año 2000.
No obstante, el presidente de la AIC reconoció que, debido a la crisis económica, en el presente año la inversión que hace el gobierno federal en ciencia y tecnología no se ha incrementado, "a pesar de que durante muchos años hemos argumentado que dicha inversión es muy baja comparada con la de otros países de América Latina, como Chile, Colombia y Argentina". Por otra parte, la inversión del aparato productivo e industrial en México no ha sido prácticamente nula.
Fortes aseguró que en México hay suficiente talento para ganar un Premio Nobel en el campo científico, lo que nos falta "es apoyo para crear un ambiente académico propicio, no hablo sólo de laboratorios e insumos, sino también la actividad académica de excelencia, que es algo que hay que proteger y cuidar".
El científico destacó la importancia de que un egresado de la Facultad de Química de la UNAM haya obtenido el Nobel, pues eso reafirma la política del doctor Sarukhán de buscar la excelencia en la máxima casa de estudios, que se contrapone con los recientes acontecimientos de los rechazados. Este premio sirve para poner en la balanza las dos caras de un mismo problema.
Señaló que es oportuno reflexionar que si en México existe la "calidad creativa" suficientes, ¿por qué no podemos obtener un Nobel?, pues, el reto, el desafío, es producir un premio Nobel nacional: "Hay gente y se pueden hacer las cosas muy bien, se puede ganar el Premio Nobel, pero por qué no mejorar las condiciones, por qué no sentimos a México como un país en el que la ciencia también es parte de la cultura".
Agregó que en México la comunidad científica está conformada por sólo 6,000 investigadores, de los cuales 3,000 son pasantes de maestría y doctorado, según el último recuento del Sistema Nacional de Investigadores. Este número es muy reducido para una población de 92 millones de habitantes.
En cuanto a la actividad en México del doctor Mario Molina y el doctor Sherwood Rowland, quienes trabajaban para el Department of Earth, Atmospheric and Planetary Sciences del Instituto Tecnológico de Massachusetts, en Cambridge, el presidente de la AIC señaló que Molina encabezó la representación de científicos de la Academia Nacional de Ciencia de Estados Unidos que está revisando los programas de posgrado de la UNAM, en las áreas de ingeniería, medicina y química.
Este es sólo uno de los seis programas binacionales que coordina la AIC, dijo Fortes.
En cuanto a los estudios del doctor Rowland -quien visitó nuestro país recientemente para impartir un seminario, el 22 y 23 de marzo, acerca de sus estudios sobre los mecanismos por los que se produce un alto índice de contaminación en el área metropolitana-, dijo que ha venido tomando muestras del aire y concluye que, al contrario de la opinión general, el máximo contaminante en el Altiplano mexicano son las estufas de gas doméstico, por lo que se ha puesto en contacto con el Instituto Mexicano del Petróleo para comparar resultados de investigación, por medio de la AIC.
Esquina baja: Nuestro Nobel
13 de octubre de 1995
Por Paco Ignacio Taibo I
Las universidades de los Estados Unidos ofrecen a los posibles alumnos una lista anual de los premios que sus maestros han conseguido; partiendo de que un profesorado galardonado con varios Nobel es una garantía de su alto prestigio educador.
La competencia para atraer a estos maestros es tan dura como pudiera ser la que establecen en Hollywood las diferentes productoras de cine para mantener en sus nóminas a las mejores estrellas.
Este sistema que pudiéramos mirar con desapego tiene también su aspecto positivo, ya que se apoya al investigador y a los programas más importantes y consigue, también, a los científicos más sobresalientes sin atender a su nacionalidad.
Si a esto añadimos los grandes recursos que las universidades famosas pueden proporcionar a quienes investigan en laboratorios, encontraremos la respuesta al asombroso número de premios Nobel que ya ha conseguido el país del norte.
Por todo esto, cabe entender perfectamente que el doctor Mario Molina trabaje en una universidad norteamericana y, por otra parte, admirar, más si cabe, que la mayor parte de sus estudios los haya hecho en la UNAM dentro de un nivel de facilidades muy por debajo de las que ahora se le ofrecen en el Instituto Tecnológico de Massachusetts después de haber pasado por la Universidad de Berkeley, California.
En septiembre de 1994, la Gaceta de la Facultad de Química de la UNAM, publicó un trabajo en el que se recordaba que "hace veinte años sorprendió al mundo con sus descubrimientos tan novedosos como trascendentes, y tan certeros como relevantes para la conservación del hábitat terrestre".
El documento señalaba que el doctor Molina se enfrentó a las grandes empresas productoras de sprays y que incluso fue criticado por sus opiniones.
Esto viene a decirnos también que sólo en una institución muy fuerte se pueden defender estos criterios.
Cuando en la mayor parte de las ocasiones confiamos nuestro orgullo nacional a frágiles equipos deportivos, bueno será volver los ojos hacia una ciencia que trabajando con poco presupuesto consigue sin embargo formar a investigadores como Mario Molina.