La reforma de las pensiones del mandato de Macron salvó este martes dos mociones de censura. (ARCHIVO)
La reforma de las pensiones, enquistada como nudo gordiano del mandato presidencial de Emmanuel Macron, salvó este martes como era previsible el escollo de dos mociones de censura presentadas por la oposición, por lo que continuará su recorrido parlamentario.
Enfrentado a las 40,000 enmiendas presentadas por la izquierda y en medio de la grave crisis por el coronavirus, el primer ministro, Édouard Philippe, decidió el pasado sábado tirar por la calle de en medio y aprobar la reforma de las pensiones por un "decretazo", el artículo constitucional 49.3, que la exime de voto parlamentario.
Una vez utilizado ese botón nuclear, la única opción para la oposición era lanzar una moción de censura, algo que hicieron los conservadores por un lado y la izquierda por otro, aún a sabiendas de que ninguna iba a alcanzar la mayoría absoluta necesaria, fijada en 289 diputados.
La moción de la derecha obtuvo 148 votos, mientras que la de la izquierda, que contó con el respaldo de la ultraderechista Agrupación Nacional, tan solo cosechó 91 apoyos.
Pero el resultado de las mociones, en este caso, era lo de menos: el objetivo confeso residía en desgastar aún más a un Gobierno muy erosionado por el debate de las pensiones y por las protestas en las calles.
En las propias filas de la mayoría gubernamental el recurso al artículo 49.3 no se ha visto con buenos ojos. Se trata, opinan los "macronistas" más díscolos, de una vulneración del supuesto espíritu del "acto II" del quinquenio, que debía de estar gobernado por el diálogo y el consenso.
Y además ha abierto nuevas grietas en el seno del partido gubernamental, La República En Marcha (LREM), con la deserción de tres diputados en las últimas horas.
No menos que el Gobierno, los sindicatos se hallan también casi sin aliento. El pulso ha sido largo -las primeras movilizaciones comenzaron el 5 de diciembre- y duro, y parece que acabará siendo resuelto "manu militari".
Pese a ello, miles de personas salieron a la calle en París (20,000, según los cálculos habitualmente optimistas de los sindicatos) para mostrar su rechazo al 49.3, mientras en la Asamblea Nacional los oradores se intercambiaban reproches.
"Este es un gobierno falsamente reformador. Y esta es una reforma fallida; en la historia solo quedará que empobreció a los jubilados", criticó Damien Abad, diputado encargado de defender la moción de censura del partido conservador Los Republicanos.
La derecha no se sumó a la otra moción, presentada por los partidos de izquierda, ya que no desea "que haya confusión con quienes están instalados en la negación de la realidad", según Abad.
El líder del izquierdista La Francia Insumisa, Jean-Luc Mélenchon, se refirió por su lado al "fiasco anunciado" de la reforma de pensiones, y denunció que "hoy, la monarquía presidencial adquiere tintes autoritarios".
El "macronismo" se defendió de esas acusaciones reconociendo que no están orgullosos de tener que utilizar la aprobación sin voto de una reforma tan importante, pero que no les ha quedado más remedio ante el torpedeo constante del debate por las miles de enmiendas de la izquierda radical.