La figura del padre ha estado ligada a la protección y manutención; en los últimos años su función social se ha diversificado. (ARCHIVO)
El rol del padre en la familia mexicana se ha ido transformando a través de las décadas. Su figura ha estado ligada a la protección y manutención, en los últimos años su función social se ha diversificado. La historiadora Cristina Espitia dice en entrevista que en la época prehispánica desde temprana edad se indicaba que el destino del hijo sería la paternidad y por ende se le instruían herramientas que le configuraran como proveedor, guerrero y cabeza del seno familiar.
Esta separación de tareas siguió hasta después de la Independencia, debido a las costumbres que se seguían en Europa. En el caso del padre mexicano había dos vertientes: la percepción del padre responsable, cariñoso y pieza esencial en la formación emocional en la crianza de los hijos y, también, un representante de la figura ausente, autoritaria e inflexible. Ambas variantes se han representado en el cine, programas de televisión, la literatura o la música.
SOBRE EL INICIO DE LA CELEBRACIÓN
En Estados Unidos se instauró el Día del Padre alrededor de 1909. Se decía que la fecha se sumaba al consumismo que caracteriza a la nación del norte y que había sido inventada por una empresa de tarjetas postales, pero el origen se remonta a la vida de Joan Dodd, oriunda del estado de Washington.
Ella propuso la idea de crear un día para honrar la figura paterna en honor a su padre, William Dodd, un veterano de la Guerra Civil que se convirtió en viudo cuando su esposa murió dando a luz a su sexto hijo, que lo llevó a hacerse cargo de la crianza de los seis en una granja rural.
Su hija pensó en que fuera en junio ya que su padre había nacido ese mes; la idea fue aceptada en diversos condados y fue hasta 1924 que el entonces presidente Calvin Coolidge apoyó la idea de establecer la conmemoración a nivel nacional. Fue hasta 1966 que el expresidente Lyndon Johnson firmó un documento que establecía de manera oficial el tercer domingo de junio como el Día del Padre.
En México fue promovido en 1948 también el tercer domingo del mes de junio. El llamado fue atendido por las familias y respaldado por la Iglesia Católica, a través del entonces Arzobispo de México, Luis Martínez. La idea se celebró entre distintos sectores sociales y fue aceptada en varios estados.
Los lectores de varios diarios enviaban felicitaciones a sus padres a través de poemas o cartas, como Estela Corzo de Franco, de Acatlán, Puebla. "¡Es magnífica la idea! Yo he enseñado a mis hijos a venerar a su padre, ya que la lucha es constante por el bienestar de toda la familia y muy justo es que todos los retoños de todos los hogares de México, ese día 20 de junio patenticen con un obsequio el cariño y la gratitud que por sus padres deben sentir".
En otra carta, recogida de medios, el señor Ochoa comentaba: "No hay nada comparable al sublime amor de la madre y todo lo que ella representa en la personalidad del hombre, pero bien cierto es que la proyección del espíritu humano de factores creadores que se utilizan y endurecen bajo el yunque del amor y el esfuerzo de quien ha permanecido hasta ahora ignorado: el padre de familia".
Desde aquella época se imprimían en las páginas de diversos diarios poemas o versos que enviaban niños, adolescentes o adultos a sus padres. En 1966 se explicaba que era una celebración "movible" al tercer domingo de cada mes, ya que los domingos eran días de descanso.
LOS PAPÁS DE ANTES
Espitia comenta que los medios promovían cierta imagen del padre: rector, guía y amigo en una postura conservadora, que variaba según las clases sociales. Por su parte, las revistas jugaron un papel importante dentro de la creación del imaginario colectivo apegado a la tradición de la clase media, que lo celebraba con regalos ostentosos como finas fragancias, pipas talladas, ropa de marca y la creación de moda en pareja, es decir, conjuntos para ambos padres con el objetivo de combinar con elegancia.
Había anuncios que ofrecían vasos de madera, portafolios, engrapadoras o maletas como regalo para los padres. En 1966 medios nacionales promocionaban suscripciones para que el padre siempre estuviera informado. Se utilizaba la imagen de personajes del momento para un impacto mayor y hacer lucir a papá como una estrella de cine.
Este tipo de representaciones y todo lo que conforma su identidad, también fue retratada en abundantes ocasiones dentro del cine nacional que mostró distintos rostros de la paternidad, desde los cordiales, ausentes, dominantes, violentos, hasta los accesibles y bonachones con los cuales se puede pasar una tarde de copas mientras se recuerdan las memorias de la infancia.
Entre los actores que interpretaron las diferentes figuras de los padres estuvieron Joaquín Pardavé o la dinastía Soler; imparciales e inflexibles ante los actos incorrectos de la juventud inexperta, pero dignos de lealtad. En cintas como La casa del ogro (1938), El gran Calavera (1949), La oveja negra (1949), Azahares para tu boda (1950) o Sensualidad (1951) se contrasta la imagen casi sacra del papá.
Ya en las décadas de los años 60 y 70, se fue rompiendo el estereotipo y se empezó a mostrar como una persona "suelta". Según la historiadora, la cinta El castillo de la pureza (1972) de Arturo Ripstein, es "un claro ejemplo del cambio del paradigma paterno, distinto a la época del cine de oro mexicano, totalmente trastornado con tintes de sicosis, temeroso a la sociedad cambiante, decidiendo tener cautiva a su familia para evitar ser contaminada por las conductas impuras del exterior".
El referente cultural de la identidad paterna moderna podría ser Papá Soltero (1987), protagonizado por César Costa; en el programa no hay presencia materna y a él le corresponde la educación integral de los hijos, con una actitud accesible, afable y con buen humor ante las problemáticas. Ya entrado el año 2000, llegó a las pantallas la cinta Después de Lucía (2012), que retrató la fragilidad sentimental y emocional de un padre que perdió a su pareja, "desbaratando por completo esta idea de rigidez emocional predominante durante la primera mitad del siglo XX".
El Día del Padre tuvo una cordial aceptación que se extendió a nivel nacional, por lo cual la festividad tuvo un auge similar al Día de la Madre, el 10 de mayo; así, la mayoría de las familias mexicanas continúan reuniéndose el tercer domingo de junio para convivir y otorgar regalos al padre de familia.
Celebración
Hoy se celebra el Día del Padre, cuyo rol en la familia mexicana se ha ido transformando a través de las décadas:
*Su figura ha estado ligada a la protección y manutención; en los últimos años su función social se ha diversificado.
*En Estados Unidos se instauró el Día del Padre alrededor de 1909. Se decía que la fecha se sumaba al consumismo que caracteriza a la nación del norte.
*En México fue promovido en 1948 el tercer domingo del mes de junio.
*El llamado fue atendido por las familias y respaldado por la Iglesia católica, a través del entonces arzobispo de México, Luis Martínez. La idea se celebró entre distintos sectores sociales y fue aceptada en varios estados.
*Los medios promovían cierta imagen del padre: rector, guía y amigo en una postura conservadora, que variaba según las clases sociales.
*Las revistas jugaron un papel importante dentro de la creación del imaginario colectivo apegado a la tradición de la clase media, que lo celebraba con regalos ostentosos.
*Este tipo de representaciones y todo lo que conforma su identidad también fue retratado en abundantes ocasiones dentro del cine nacional.
*El cine nacional mostró distintos rostros de la paternidad, desde los cordiales, ausentes, dominantes, violentos, hasta los accesibles y bonachones.