El lagunero Edgar Lacolz se ha interesado en las texturas para traspasar el formato tradicional del libro. (CORTESÍA)
Édgar Lacolz no cesa en sus contribuciones. Una publicación artesanal y un libro objeto son sus nuevas cartas de presentación, donde la crónica y temas relacionados con su vida personal dan pauta a la lectura. En entrevista vía telefónica, el también ganador del Premio Nacional de Crónica Carlos Monsiváis 2020 comentó que estos proyectos comenzaron a elaborarse desde el año pasado. “Ambos proyectos son un poco extremos. Uno es una crónica formal muy breve del claustro pandémico. Mientras que el otro es un libro objeto, un libro artista, cuyas páginas son objetos que fui recuperando de mi basura, de mi vida cotidiana y esos objetos los convertí en soporte para los textos que me interesaba compartir”.
Lacolz presentó sus propuestas hace una semana en un bar de la ciudad. En sus textos se permite expresar respuestas a cuestiones como qué es la precariedad, la muerte y la discapacidad que padece desde hace más de treinta años. Así como enfatizar su experiencia personal durante la pandemia de Covid-19.
CRÓNICA Y CONFINAMIENTO
La crónica Cof Cof, quién es está publicada de manera artesanal por la editorial La Tinta del Silencio. El autor comenta que es una publicación que remite a libros de otras épocas, con distinto formato y tamaño. Tras ganar el Premio Nacional de Crónica Carlos Monsiváis 2020 con el texto Caomosis 20-20, Lacolz sintió la necesidad de dar continuidad a la temática del confinamiento. Cof Cof, quién es fue publicada originalmente en Bitácora del encierro, una plataforma creada por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
“Cuando la compartí me sorprendió que la gente la recibiera con gusto y hasta con cariño. Se me ocurrió agregarle capítulos, invitar a mi amiga Michelle Montalvo para que hiciera unas ilustraciones que acompañaran la crónica y terminó editado por la gente de La Tinta del Silencio”.
El autor comenta que su interés en el género de la crónica se dio tras su necesidad de registrar lo acontecido durante la pandemia de Covid-19, tanto a nivel personal como social. “Tengo esa manía o necesidad de estar registrándome, de estar viendo a mi alrededor y eso fue como algo muy normal, como que se fue ensamblando sin darme mucha cuenta”.
A Lacolz se gusta escribir crónicas breves, pero sin perder la esencia de la temática. Existen capítulos hasta de ocho líneas que logran transmitir las sensaciones propuestas por el autor.
MÁS ALLÁ DE LAS LETRAS
Édgar Lacolz colabora en un documental con el colectivo de artistas con discapacidad Discrepantes. Eso le permitió interactuar con sectores creativos más allá de las letras. Esto estimuló el diseño del libro objeto titulado Calaca precaria. “Dentro del documental se trata el tema de la precariedad tanto económica, técnica, académica y, en nuestro caso que somos creadores con discapacidad, la precariedad física. Cada uno empezó a ensayar en el terreno creativo sobre la discapacidad y platicando con ellos se me ocurrió de la idea de ir recolectando la basura de mi cotidianidad: bolsas de papitas como chilines, tetrapacks de jugos o de leche, unos trozos de madera que sirvieron de portada para Calaca precaria.
Mi hermano es dentista y me regaló unas piezas dentales. También junté las cajas de todos mis medicamentos y en esos objetos empecé a vaciar los textos”. Calaca precaria contiene ensayos en miniatura escritos por Lacolz durante 2020. El proyecto cuenta con la colaboración del arquitecto y artista Erick del Castillo y encuadernador Ramón Castro. Como ya se mencionó, los temas versan en la precariedad, la muerte y la discapacidad. “Comencé a darme cuenta de que la precariedad atraviesa un montón de capas de la vida cotidiana. En ese seguir escribiendo, con mucha facilidad sobre la precariedad técnica y académica, se articuló con mi discapacidad y precariedad física. Y en uno de estos episodios en los que me encontraba mal de salud, se articuló fácilmente con estas sensaciones eutanásicas”.