En la última década, los fenómenos naturales peligrosos relacionados con el agua aumentaron 9 por ciento en comparación con la década previa. La suma de eventos es cada vez más potente. Según un análisis de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), cuyo Atlas sobre mortalidad y pérdidas económicas debido a fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos (1970-2019) será presentado en septiembre, las sequías, tormentas e inundaciones encabezan la lista de los peores desastres naturales con alrededor de un millón y medio de fallecimientos. (ARCHIVO)
En la última década, los fenómenos naturales peligrosos relacionados con el agua aumentaron 9 por ciento en comparación con la década previa. La suma de eventos es cada vez más potente. Según un análisis de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), cuyo Atlas sobre mortalidad y pérdidas económicas debido a fenómenos meteorológicos, climáticos e hidrológicos extremos (1970-2019) será presentado en septiembre, las sequías, tormentas e inundaciones encabezan la lista de los peores desastres naturales con alrededor de un millón y medio de fallecimientos.
La explicación de su violento y gradual impacto se resume cada año en una frase: efectos del calentamiento global; sin embargo, el fenómeno parece no tomarse muy en serio. Tampoco se abonan soluciones con la velocidad requerida, a pesar de los constantes recordatorios de la naturaleza, como las inundaciones que recientemente dejaron cientos de muertos en Alemania, Bélgica y los Países Bajos. De acuerdo con “Atlas”, las tormentas e inundaciones infligieron las mayores pérdidas económicas que se registraron en Europa en los últimos 50 años: 377 mil 500 millones de dólares.
La climatóloga alemana Friederike Elly Luise Otto, directora asociada del Instituto de Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford centra su investigación en la relación entre las condiciones climáticas extremas y el calentamiento global. Un mayor calentamiento atmosférico retiene más humedad, lo que lleva a lluvias más vigorosas. Pero relacionar esta ecuación con el calentamiento global, requiere del seguimiento preciso de una gran cantidad de datos generados durante muchos años.
El documento “Inventarios de eventos e impactos climáticos extremos: implicaciones para las pérdidas y daños y la adaptación a los extremos climáticos”, de reciente publicación por académicos dirigidos por Otto, concluye que los fenómenos meteorológicos extremos del pasado reciente proporcionan una fuente de datos clave, pero infrautilizada para comprender los riesgos climáticos presentes y futuros. La información sobre eventos extremos (EEA) permite cuantificar la influencia del cambio climático antropogénico (ACC), y ayuda a crear mejores estrategias contra él.
En la investigación se emplean ejemplos donde se registra sistemáticamente información para relacionar eventos de alto impacto de riesgo y las consecuencias en pérdidas humanas. Estos datos ayudaron a determinar, por ejemplo, que en Reino Unido desde el año 2000, al menos mil 500 muertes son directamente atribuibles al cambio climático inducido por el hombre; o que en Puerto Rico, el aumento de la intensidad del huracán María por sí solo causó la muerte de 3 mil 670 personas.
El planeta es grande y el recuento es largo, pero los inventarios de datos de eventos pasados no son anécdotas, forman una base para un análisis profundo que implica identificar los peligros más dañinos y las vulnerabilidades específicas en determinados lugares y poblaciones, así como las características particulares y globales de exposición de estos fenómenos a lo largo del tiempo. Las olas de calor en Estados Unidos y Canadá por encima de los 49.6°, previas al diluvio europeo son muestra de que el clima está atravesando un umbral más peligroso donde se necesitan crear nuevos parámetros de previsión.
Para construir una evaluación de riesgo de mortalidad relacionada con el calor en una población determinada, se enfocan en un grupo vulnerable, como poblaciones urbanas de edad avanzada, y proyectan cambios en el peligro y la exposición dentro del mismo marco. Sin una preparación, es probable que el riesgo para este grupo aumente en 50 % para 2028 y 150 % para 2043. Estas evaluaciones también permiten explorar la probabilidad de eventos sin precedentes, llamados “cisnes negros”.
Los inventarios históricos de datos no solo ayudan a la preparación y adaptación ante desastres a escala local y nacional, sino que proporcionan nueva evidencia para inventarios globales sobre el recuento de las pérdidas y daños, tal como lo exige el Acuerdo Climático de París.
En noviembre se celebrará el 26º período de sesiones de la Conferencia de las Partes (CP 26) en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), en Glasgow, Escocia. Se busca conseguir un acuerdo sobre la necesidad de políticas en varios ámbitos que hagan frente a la emergencia climática. Uno de los puntos más preocupantes es la escasez de alimentos. Hace tres años ya se advertía que si la temperatura global se eleva más de 1.5 grados centígrados, las inundaciones y pérdidas de cosechas abrirían el camino del caos.
SISTEMAS DE ALERTA TEMPRANA
Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), a medida que el cambio climático y la transformación demográfica aumentan el número de personas expuestas a inundaciones, olas de calor y otros peligros, es fundamental tener mejores sistemas de alerta y una mayor coordinación de las actividades de gestión de desastres.
Las recientes lluvias en Europa y Asia dejaron al descubierto que la mejora en este tipo de sistemas no es solo un asunto de los países en desarrollo. Los datos recabados con las herramientas geoespaciales y las alertas emitidas de manera digital no fueron suficientes, por lo que los expertos coinciden en repensar estrategias locales donde estén contempladas las poblaciones con necesidades y herramientas específicas a su disposición.
La OMM enfatiza la utilidad de las llamadas alertas multirriesgo, como se les conoce a los canales de alerta para varios tipos de riesgo, desde tempestades hasta temperaturas extremas, evaluando riesgos combinados de fenómenos naturales que podrían provocar inundaciones, deslizamientos, incendios y otros daños en localidades potencialmente afectadas. El secretario general de la OMM, Petteri Taalas ha dicho que el agua es el principal vehículo con el cual sentimos los efectos del cambio climático. “Ningún país —desarrollado o en desarrollo— es inmune a este fenómeno. El cambio climático ya está aquí. Debemos imperiosamente invertir más en adaptarnos y una forma de hacerlo es reforzando los sistemas de alerta temprana”
Solo 40 % de los países dispone actualmente de sistemas de alerta eficaces, pero se considera que los beneficios de las inversiones en sistemas de alerta temprana se multiplican en muchos ámbitos. Invertir 1.8 mil millones de dólares en mejoras a servicios hidrometeorológicos entre 2021 y 2030 en todo el mundo podría generar 7 mil millones de dólares en beneficios netos totales.
Una de las ciudades pioneras en los sistemas de alerta multirriesgo es Shangai, urbe que concentra alrededor de 24 millones de habitantes y que mantiene un eficaz sistema que emite alertas de ciclones tropicales, mareas de tempestad y temperaturas extremas, así como de inundaciones e inclusive enfermedades y potenciales daños físicos derivados de estos fenómenos.
Los sistemas de alerta temprana se han mejorado gracias al progreso en la predicción meteorológica y climática. Datos de la OMM indican que las predicciones han mejora en aproximadamente un día cada siete u ocho años, así que las actuales predicciones a cinco días son tan acertadas como las predicciones a dos días que se ofrecían hace unos 25 años, pero los fenómenos han aumentado a tal grado que su impacto a veces rebasa las alertas más funcionales.
En muchos lugares del mundo prevalecen cuestiones de planificación urbana que siguen complicando de manera recurrente el manejo de emergencias, como es el caso de Tabasco, donde los asentamientos en zonas bajas distorsionaron la circulación original del agua, y el mal diseño y gestión de obras para control hídrico aún provoca inundaciones periódicas. A viejos vicios se suma en todo el mundo el impacto evidente del cambio climático.
México sigue apostando por el petróleo, mientras que otros países se han puesto metas ambiciosas para intentar bajar sus emisiones. La Comisión Europea planea que se dejen de vender autos a gasolina y diesel para 2035. Los desastres potenciados por el calentamiento global han dejado una profunda huella no solo en el mundo en desarrollo, sino en naciones del primer mundo que descubren vulnerabilidades ante la cuenta de un siglo de recursos contaminantes que hoy exige pago inmediato.