Ebrahim Raisi (d), protegido del líder supremo de Irán, asumió como presidente durante una ceremonia en el parlamento el jueves, una juramentación que completa la dominación de todas las ramas del poder por los intransigentes en la República Islámica. (EFE)
Ebrahim Raisi, protegido del líder supremo de Irán, asumió como presidente durante una ceremonia en el parlamento el jueves, una juramentación que completa la dominación de todas las ramas del poder por los intransigentes en la República Islámica.
El ex titular del poder judicial, conocido por su desconfianza de Occidente, recoge las riendas en momentos de tensión. Las conversaciones indirectas con Estados Unidos para salvar el acuerdo nuclear de 2015 están en un impasse, Washington mantiene las duras sanciones económicas y las tensiones regionales están a punto de hervir.
“Se deben levantar las sanciones”, dijo Raisi en un discurso de media hora. “Apoyaremos cualquier plan diplomático que mantenga este objetivo”.
Con la cabeza cubierta por el turbante negro que lo identifica en la tradición chiíta como descendiente directo del profeta Mahoma, Raisi pronunció el juramento con la diestra sobre el Corán.
Destacó que utilizará la diplomacia para levantar las sanciones de Estados Unidos y reparar las relaciones con los vecinos, una referencia al rival sunita Arabia Saudí. Pero también apuntó que Irán quiere ampliar su poder para contrarrestar a sus enemigos regionales.
“Dondequiera que haya opresión y crimen en el mundo, en el corazón de Europa, en Estados Unidos, África, Yemen, Siria, Palestina... estaremos junto al pueblo”, dijo con voz emocionada, lo que suscitó una ovación de la audiencia. “El mensaje de la elección fue de resistencia a las potencias soberbias”.
Raisi, quien ganó por amplia diferencia la elección menos concurrida de la historia del país, enfrenta un cúmulo de problemas, que describió el jueves como “el mayor nivel de hostilidades de los enemigos de Irán, las sanciones económicas injustas, la guerra psicológica generalizada y las dificultades de la pandemia de coronavirus”.
Las sanciones le han provocado inflación desenfrenada, disminución de ingresos, apagones eléctricos y escasez de agua. Vedado de vender su petróleo en el exterior, ha visto caer su economía y su moneda, lo que perjudica sobre todo a la gente común.
Sin mencionar medidas concretas, Raisi prometió resolver la crisis económica, reforzar la moneda y “empoderar a los pobres”.