Hace unos cien mil años, la costa atlántica de Argentina era un lugar muy distinto al que hoy conocemos. Osos perezosos de cuatro metros de altura, manadas de elefantes suramericanos y armadillos de una tonelada campaban a sus anchas por la región pampeana, al igual que otro animal volador, el 'Desmodus draculae'. (ARCHIVO)
Hace unos cien mil años, la costa atlántica de Argentina era un lugar muy distinto al que hoy conocemos. Osos perezosos de cuatro metros de altura, manadas de elefantes suramericanos y armadillos de una tonelada campaban a sus anchas por la región pampeana, al igual que otro animal volador, el 'Desmodus draculae'.
Este "vampiro gigante", que habría alcanzado los ochenta centímetros de diámetro con sus alas extendidas, no tendría por qué estar aquí. Su presencia en esta zona indica que el clima de entonces era distinto al actual, tal y como sugiere la presentación, por parte de un grupo de investigadores argentinos, del mayor fósil de 'Desmodus draculae' conocido hasta la fecha.
"Es el primer registro para la Argentina de este mamífero volador con esta envergadura", asegura a Efe Mariano Magnussen, técnico en Paleontología del Museo de Ciencias Naturales de Miramar, una de las instituciones involucradas en este hallazgo junto con la Universidad Nacional de Mar del Plata y la Fundación Azara.
EL RESTO FÓSIL MÁS GRANDE
Este murciélago de grandes dimensiones no fue descubierto hasta 1988, cuando un equipo de zoólogos encontró en una cueva del norte de Venezuela los primeros huesos correspondientes a esta especie, descrita como 'Desmodus draculae' en honor al personaje de Bram Stoker.
Los rastros de este quiróptero, cuya dieta se basaba únicamente en la sangre de otros mamíferos, se extienden desde México hasta Argentina, pasando por Belice, Venezuela y Brasil.
Sin embargo, lo cierto es que apenas existen restos fósiles de este animal y para estudiarlo los científicos recurren a sus parientes más contemporáneos, como es el 'Desmodus rotundus', una de las tres especies de vampiros que aún viven a día de hoy.
En ese sentido, la comparación con el fósil mandibular hallado recientemente en el arroyo de Ballenera, una localidad situada unos 450 kilómetros al sur de Buenos Aires, no deja lugar a dudas: el 'Desmodus draculae' habría sido un 30 % más grande que sus congéneres actuales.
"Esta mandíbula sí da unos datos de que es más grande y que pesaría unos 60 gramos. Según los estudios, tendría una envergadura de ala a ala de 60 a 80 centímetros", explica Mariano Magnussen sobre el resto fósil más grande de este vampiro y que data del Pleistoceno superior, hace unos cien mil años.
DIFERENCIAS EN LA TEMPERATURA
Lo curioso de este hallazgo no radica únicamente en el propio fósil, sino en su ubicación, aproximadamente unos 600 kilómetros más al sur de donde viven los "primos" actuales del 'Desmodus draculae', lo que sugiere un cambio en las condiciones climáticas de la costa atlántica de Argentina.
Según Magnussen, la presencia de este "vampiro gigante" en una cueva pampeana hace cien mil años indica que el clima de la zona "no era tropical, pero sí mucho más cálido".
"En ese momento estaba en pleno proceso lo que conocemos vulgarmente como la Edad de Hielo. Durante el Pleistoceno, en esta región hubo distintos lapsos de temperaturas más cálidas y momentos muy fríos. Seguramente en el momento en que estuvo el vampiro el clima era más cálido", argumenta el experto.
Existe otro descubrimiento que apuntala esta hipótesis: en el 2000, un grupo de científicos encontró en Centinela del Mar, municipio situado apenas a 50 kilómetros del arroyo de Ballenera, un colmillo de 'Desmodus draculae'.
No obstante, cuando analizaron esos restos se sorprendieron al comprobar que no llegaban a los tres siglos de antigüedad, por lo que el enfriamiento de esta región es relativamente reciente en el tiempo.
"Lo que se presume es que este animal se extinguió más o menos en 1820. En ese momento, en gran parte de Sudamérica había algo que se llamaba la 'pequeña Edad de Hielo', que son registros históricos donde la temperatura había descendido demasiado, sobre todo en esta zona", señala Magnussen.
"Puede estar relacionada o no esta bajada de temperatura con la extinción del animal, pero también hay que ver en otros lugares de América si pasó exactamente lo mismo", agrega el técnico en Paleontología.
UN HALLAZGO PROMETEDOR
El hallazgo de este resto mandibular, encabezado por los investigadores Daniel Tassara y Santiago Brizuela, amplía el campo de estudios de los paleontólogos, especialmente en todo lo relacionado con la composición de las cuevas pampeanas durante el Pleistoceno superior.
Eso sí, para conocer más acerca de este "vampiro gigante" todavía falta un largo camino por recorrer.
"Obviamente tenemos la esperanza de encontrar nuevos restos y más completos aún, como cráneos o, por qué no, un esqueleto. Eso nos sacaría muchas de las dudas que tenemos sobre las dimensiones de este animal y nos podría ayudar a entender un poco más cómo fue su biología en vida", concluye Mariano Magnussen.