La magia de la lucha libre se volvió a vivir en Torreón, con una función respetando protocolos de sanidad en la Arena Azteca. (ERIK SOTOMAYOR)
"Lucharán, a dos de tres caídas sin límite de tiempo", el sonoro grito volvió a escucharse luego de un año de ausencia en la Arena Azteca, donde anoche "revivió" la lucha libre, uno de los deportes más queridos por los laguneros.
Como prácticamente todo lo que se realiza en este planeta, "el pancracio" detuvo su marcha hace prácticamente doce largos meses, dejando a los aficionados sin la oportunidad de vivir esas inigualables emociones de la lucha; hasta antes del pronunciamiento de la pandemia, en Torreón se celebraban alrededor de seis funciones de lucha libre a la semana, desde marzo del año pasado se redujo ese número a nada, hasta anoche. "Ya hacía falta", suspira aliviado el vendedor de máscaras ubicado a las afueras de la Arena Azteca, ubicada en la colonia San Marcos de esta ciudad, "mucha falta", remata un aficionado cuya sonrisa es evidente a pesar de portar su cubrebocas.
La fila de personas que desean entrar al recinto es larga, avanza con lentitud, debido a que además de recogerles el boleto, hay que tomarse la temperatura y colocarse gel en las manos, además de pisar con firmeza un tapete empapado, todo con el objetivo de entregar la vista de un ring en impecable estado. "Ya se me estaba pudriendo", comentó un integrante de "La Porra Laguna", mientras calibraba la firmeza de su tambor ante la fija mirada de personal de inspección gubernamental, cuya camioneta dotada con luces roja y azul, se estacionó al exterior de la arena, junto a unidades de protección civil y servicio médico.
Ya adentro de la arena, bastó que el anunciador emitiera las primeras palabras para que se desatara la primera oleada de aplausos, los laguneros dejaron en claro que estaban más que deseosos por observar nuevamente en vivo una función del "deporte de los costalazos". Abuelos llevando de la mano a sus nietos, niños y niñas enmascarados, pidiendo les compraran el luchador de plástico, la máscara, la playera y sin duda, el artículo de primera necesidad hoy en día: un cubrebocas, de los que estaban a la venta con diseños de las máscaras de los más populares gladiadores.
AMBIENTE INIGUALABLE
Salieron los luchadores del vestidor y fueron recibidos como héroes, nunca una primera lucha había sido tan ovacionada; por su parte, el réferi arribó al ritmo del himno de las Águilas del América, con su respectiva rechifla y recordatorios familiares, "ya extrañaba mentarte tu madre", se escuchó desde la tribuna. Con el cubrebocas colocado, los aficionados que llenaron el recinto hasta donde se permitió, apenas se daban tiempo de probar la botana o darle un sorbo a la bebida, sin olvidar pegar de gritos, esa característica tan propia de este deporte - espectáculo.
Con sonrisas y satisfacción, transcurrió la función que será recordada como esa que logró sobreponerse a la pandemia, la que le aplicó una "hurracarana" al COVID, que ganó la primera caída para regresar la "normalidad" a la lucha libre, tan querida por los laguneros.
