Aproximadamente 20 volcanes presentan erupción activa diariamente en el mundo. (ARCHIVO)
Hace 75 mil años un volcán en el monte Toba, en Sumatra, oscureció al planeta. Lanzó furiosamente tanta ceniza (se calculan unos 800 km cúbicos) y escombros a la estratosfera que, literalmente, bloqueó la radiación solar, ocasionando que las temperaturas globales descendieran alrededor de tres grados por casi una década en que prácticamente se esfumó el verano. En el libro Cuando los humanos casi desaparecieron: la catastrófica explosión del volcán Toba, el geólogo y paleontólogo Donald Ross Prothero, especialista en técnicas de datación y estudioso de los cambios climáticos de hace miles de años, hace un recuento de cómo esta erupción pudo casi acabar con la raza humana.
Se calcula que la erupción dejó un cráter de 100 km de largo por 35 km de ancho, lo que hoy es el mayor lago volcánico del mundo, y que solo quedaron entre mil y 10 mil parejas reproductoras de los primeros humanos modernos. La teoría sobre los magnos efectos del Toba fue lanzada por primera vez hace más de 20 años por Stanley H. Ambrose, de la Universidad de Illinois, y aún se debate su efecto específico en nuestros antecesores, pero es innegable que el evento cambió el ritmo de muchas historias.
VER MÁS Intentarán rescatar a perritos atrapados en volcán La Palma con drones
Son por lo menos seis canes lo que se encuentran rodeados por el magma del volcánExisten diferentes tipos de erupciones volcánicas, pero en todos los casos tienen un impacto en el planeta. Sus pistas se siguen persiguiendo a través del tiempo con nuevas herramientas científicas que suman y reinterpretan nuevos datos. Después de miles de años de la erupción del Vesubio (79 D.C.), hay estudios para armar el rompecabezas que acabó con Pompeya, dejando congelados en el tiempo a la ciudad y a sus habitantes. Este volcán es uno de los más peligrosos por la gran cantidad de poblaciones a su alrededor.
Predecir el momento en que un volcán entrará en erupción aún es una tarea compleja, pero las herramientas de los vulcanólogos han evolucionado en las últimas décadas, mejorando el monitoreo sin perder de vista los datos históricos, lo que brinda pistas sobre su devenir.
CUMBRE VIEJA Y LA VULCANOLOGÍA
Aproximadamente 20 volcanes presentan erupción activa diariamente en el mundo y las últimas grandes erupciones son un ejemplo de cómo la ciencia ha encontrado nuevas herramientas para medir su impacto.
La reciente erupción del volcán Cumbre Vieja, en La Palma, pone bajo la lupa a estos fenómenos naturales e incontrolables.
Los especialistas destacan el desarrollo tecnológico y conceptual para el estudio de los volcanes, sobre todo los métodos de datación y modelado de procesos. Según datos del Instituto Volcanológico de Canarias (INVOLCAN), se calcula que este volcán ha arrojado hasta el momento alrededor de 60 millones de metros cúbicos de lava, lo que ha desalojado a 7 mil personas y acabado con mil 500 edificaciones.
El monitoreo de un volcán ha avanzado mucho mediante la interdisciplina, como el caso de la vigilancia sísmica que ahora cuenta con registros muy precisos realizados con instrumentos que envían señales a gran velocidad para ponerse de frente a otros datos geofísicos, como los cambios en el terreno relacionados con la erupción. Una semana antes de la erupción en el volcán de las Islas Canarias se registró una intensa actividad sísmica y de deformación que agudizó las alertas.
También hay cambios geoquímicos, como el muestreo y análisis continuo de cenizas y lavas durante, de los gases que emanan y de los mantos acuíferos.
Precisamente en un extenso estudio publicado recientemente por la revista Nature Geoscience y dirigido por Olivier Bachmann, profesor de Petrología Magmática en el Instituto de Geoquímica y Petrología del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETH), se concluye que mientras más datos se obtengan, hay más elementos para determinar el estado de un volcán.
AYUDA DESDE LAS ESTRELLAS
Por otra parte, los satélites en órbita llevan diferentes instrumentos, como sensores atmosféricos que pueden identificar gases y aerosoles liberados por la erupción, así como cuantificar un impacto ambiental más amplio.
Las imágenes satelitales captadas por el espectroradiómetro de imágenes de resolución moderada (MODIS), a bordo del satélite Aqua de la NASA, mostraron al inicio de la erupción una peculiar formación de nubes: una mezcla de ceniza, humo, vapor de agua y otros gases volcánicos; sin embargo, hasta el momento el material liberado no ha llegado hasta la estratosfera, lo que significaría un riesgo más significativo en el clima a nivel global.
El sensor ASTER, a bordo del satélite Terra de la NASA, también ha brindado información importante sobre las zonas más calientes en tierra y mar. La lava del Cumbre Vieja ha cubierto 700 hectáreas de la isla y le ha ganado alrededor de 40 al océano.
La flota de satélites Sentinel del Programa Copernicus de la ESA ha capturado imágenes de los ríos de lava y sigue las emisiones de gas para ayudar a generar nuevas alertas de desalojo a las poblaciones y avisos a las rutas aéreas. Las observaciones permiten analizar el impacto a corto, mediano y largo plazo.
VER MÁS A través de drones alimentan a perros atrapados por lava en las Islas Canarias
La erupción del volcán provocó extensos ríos de lavaLa principal preocupación es proteger a la población e incluso incluirla en programas de ciencia ciudadana como la llamada Operación Cenicienta, que se desarrolla en las Canarias. Se invita a la gente a muestrear ceniza, tanto en La Palma como en el resto de las islas Canarias, para tener más información sobre el material eyectado por el volcán. En la página del Instituto Geológico y Minero de España se incluye un manual de las consideraciones para mandar información útil.
Los vulcanólogos han estado preocupados siempre por dos preguntas fundamentales: ¿Cuándo exactamente entrará en erupción un volcán y cómo se desarrollará esa erupción? Utilizando cada vez información más precisa, los expertos pueden responder con relativa facilidad el primer cuestionamiento. La segunda pregunta es más compleja de contestar, pero la combinación de nuevos datos y más métricas podría otorgar más información para ayudar a cientos de ciudades en riesgo, tales como Tokio, Nápoles, Seattle y Yakarta, las cuales están situadas en lugares de alta actividad volcánica.