El cineasta Jayro Bustamante quedó convencido de que debía hacer La Llorona cuando comenzó a recibir mensajes de personas "bien intencionadas" expresando su oposición al proyecto porque no mostraba a la sociedad guatemalteca bajo una luz favorable.
Había presentado la idea en 2017 en el Festival de Cine de San Sebastián, donde sus dos películas previas, Ixcanul (2015) y Temblores (2019), fueron galardonadas, y las llamadas no se hicieron esperar.
"Recibimos bastantes mensajes anónimos al inicio que nos aconsejaban no hacer la película", dijo Bustamante a The Associated Press en una entrevista reciente desde la capital guatemalteca. "También mensajes no anónimos de la sociedad conservadora de Guatemala que trataba de manipularnos diciendo, '¡Así nunca vamos a llegar al Oscar!' Y yo les decía, 'el Oscar no es el objetivo; la historia primero'... Y cuando empezamos el rodaje tuvimos un intento de bloqueo por la exministra de Relaciones Internacionales que quiso parar la filmación".
Ayer domingo, La Llorona competió por el Globo de Oro a la mejor cinta en lengua extranjera. No sólo es la primera producción de Guatemala que aspira a este premio, sino de toda Centroamérica. También está un paso más cerca de los Oscar, pues quedó entre las precandidatas en la categoría de mejor largometraje internacional (el 15 de marzo se sabrá si es nominada).
Protagonizada por María Mercedes Coroy (una actriz maya kaqchikel de cabello extralargo y mirada magnética que también estelarizó "Ixcanul"), La Llorona de Bustamante reimagina el relato folclórico sobre un alma en pena en busca de sus hijos como una metáfora de la guerra civil de Guatemala, y descubre sus heridas políticas sin sanar responsabilizando a un general retirado del genocidio de miles de mayas.
Muchos lo invitaron a presentar en vez "'una Guatemala sonriente, colorida, porque eso es lo que realmente somos'. (Pero) basta con ver las estadísticas de lo que de verdad somos para saber", señaló.
Guatemala vivió una guerra civil entre 1960 y 1996 que, según un informe elaborado por Naciones Unidas, dejó 200 mil muertos y 45 mil desaparecidos. Según ese informe, el ejército fue el responsable de la mayoría de los crímenes, aunque la guerrilla también fue señalada de varios homicidios. Documentos desclasificados de la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) reveló que el gobierno estadounidense de entonces estuvo al tanto de algunas atrocidades.
Aunque lo de las llamadas afortunadamente "nunca pasó a mayores", Bustamante dijo que él y su equipo se dieron cuenta de que tenían un tema mucho más álgido de lo que estaban conscientes y comenzaron a trabajar a una "velocidad absurda": "Dijimos: 'Lo que hay que hacer es que la película exista y, si algo nos pasa después a nosotros, por lo menos la película ya existe'".
Con el apoyo de los embajadores de Francia y México, que le permitieron filmar en sus residencias (territorio internacional), La Llorona nació en lo que para él fue tiempo récord: en un año hicieron preproducción, producción y posproducción, y en agosto de 2019, apenas unos meses después del debut de su cinta previa, la estrenaron en Venecia.
En la entrevista, Bustamante ( quien estudió cine y guion en París y Roma y divide su tiempo entre Francia y Guatemala) también conversó sobre sus recuerdos de la guerra civil, las diferencias de clases que presenta en su película y el futuro del séptimo arte en su país. Las respuestas fueron editadas para mayor brevedad y claridad.
Eras un adolescente cuando se estaba terminando la guerra civil en tu país. ¿Qué recuerdas de esa época?
Uy, ¡todo! Nosotros como civiles le teníamos miedo tanto a encontrarnos con los guerrilleros como a encontrarnos con el ejército. Creo que lo que recuerdo es ese miedo, esa gente en casa que no podías decir que estaban ahí y no entendías por qué tenías que guardar secretos de adultos. Recuerdo cómo el simple hecho de ayudar a alguien más te convertía en un comunista y en un blanco del ejército. Y sobre todo recuerdo el movimiento de las mujeres. En mi pueblo (Panajachel), el ejército llegaba con los camiones y capturaba a todos los jóvenes hombres que obligatoriamente se tenían que ir a servir al ejército y muchas veces a luchar contra su propio pueblo. Y en ese momento eran todos estos grupos de mamás luchando porque no se llevaran a sus hijos, todos esos grupos de mujeres peleando porque sus hijos ya nunca más habían vuelto. Mi madre hacía parte de todas esas mujeres militantes, de todas esas mujeres que no se callaban, que no les daba vergüenza llorar y que, si el llanto servía como voz, lo utilizaban. Fue algo que quise rescatar en la película.
La Llorona también presenta la marcada división de clases y el racismo que hemos visto en otras películas latinoamericanas recientes como Roma. ¿Tienes esperanza de que esta situación cambie en Guatemala?
Yo creo que yo le pongo mucha responsabilidad a las nuevas generaciones y creo que ellos de verdad lo van a poder cambiar. Yo creo que hay una generación de adultos conservadores en Guatemala que ya no van a cambiar, que están condenados a morir así. Y para que cambien un poco están representados por Carmen, (la esposa del general y la señora de la casa) en la película. Para que un cambio se haga de verdad, La Llorona tendría que venir, meterse en ellos y hacerles vivir lo que ellos viven para que la empatía pueda nacer, porque es gente que nació sin empatía. Y esta falta de empatía en nuestro país la venimos arrastrando desde la conquista. Es una conquista en la que de verdad se nos enseñó que el indígena era inferior.
Te fuiste a Europa a estudiar cine y pudiste haberte quedado allá, pero como tú mismo has dicho decidiste volver ante la posibilidad de hacer algo que, aunque más difícil, fuera más relevante. ¿Qué esperas que pase con la industria del cine en Guatemala ahora que llegaron a los Globos de Oro?
Yo no sé cuándo tu cerebro te juega esas trampas, pero de repente a mí se me ocurrió que teníamos que desarrollar una industria local. Me puse esa misión y creo que todos los cineastas en Guatemala lo están haciendo porque es una necesidad tan fuerte. Estamos desarrollando talentos de actores, pero también talentos de escritores; tenemos muy pocos guionistas y para contar esas historias necesitamos ese talento. Ahorita que se abrió una puerta, yo creo que muchas películas van a seguir y el objetivo es un poco traer producciones acá. Claro está que yo quiero hacer una película en inglés, y claro está que quiero hacer una película en francés, pero quiero seguir produciendo desde acá. Quiero invitar también a los productores a que vengan. Estamos contentos y yo creo que lo vamos a lograr. Cuando formé mi casa productora nuestro "logline" en el espejo del baño era: "El cine es más que entretenimiento, el cine es una herramienta de impacto y cambio positivo social". El cine no es sólo la película, el cine también es toda la gente que trabaja, el cine también es la promoción que se le hace, y eso es lo que estamos tratando de hacer.
Propuesta. El filme reinterpreta el relato folclórico como una metáfora de la guerra civil en Guatemala.