La historia de los juegos de azar en México
La historia de los juegos de azar en México se remonta a la época prehispánica, cuando servía de complemento a otras actividades como la caza y los juegos deportivos. Durante la temporada de cosecha, el pueblo azteca jugaba al Patolli, aunque otras civilizaciones mesoamericanas como los mayas y los toltecas jugaron antes que ellos. Los aztecas dependían de una buena cosecha para mantener su cultura, economía, sustento e incluso su posición social en la comunidad.
Este antiguo juego mesoamericano de azar y apuestas, que era jugado tanto por el macehualli (pueblo) como por el pilli (nobleza), consistía en un tablero de 52 casillas dispuestas en forma de “X”. A menudo se dibujaba en un trozo de cuero, en una estera de paja o se tallaba en el piso o en la mesa. Cada jugador tenía seis fichas, que representaban las pertenencias que estaban apostando (mantas, piedras preciosas, joyas de oro, comida, ganado, etc.) y cinco frijoles que se usaban como un tipo de dado. El objetivo del juego era completar una vuelta completa del tablero con las piezas. Cada vez que un jugador sacaba con éxito una de sus piezas del tablero, el resto de oponentes tenían que entregar un artículo.
En 1521, Hernán Cortés, al frente de un reducido grupo de españoles y de una coalición de pueblos indígenas que tenían al emperador azteca, Moctezuma, como enemigo común, conquistó la ciudad de Tenochtitlán, la capital del Imperio Azteca. A partir de entonces, el Imperio Azteca se convirtió en la Nueva España. Los sacerdotes españoles que llegaron con los conquistadores prohibieron el juego de Patolli, ya que consideraron que el juego era peligroso, idólatra y pagano.
Tras la conquista de Tenochtitlán, los españoles introdujeron los juegos de naipes como pasatiempo. Los conquistadores y soldados españoles eran apasionados jugadores de las cartas y contagiaron su afición a los indígenas, que se reunían alrededor de los tahúres para aprender esta forma de entretenimiento. Estos juegos de cartas estrecharon las relaciones entre indígenas, conquistadores, soldados, esclaves, mercaderes, comerciantes, nobles y clérigos. Tal era la afición por los naipes que, en 1583, surgió la primera imprenta de naipes en Nueva España, ya que los jugadores debían esperar varios meses a que los naipes llegaran del Viejo Continente.
En 1770, el rey Carlos III de España aprobó la primera Lotería en Nueva España, llamada Real Lotería General de Nueva España, siendo la primera en fundarse en territorio latinoamericano. El primer sorteo de la Real Lotería General de Nueva España se llevó a cabo el 13 de mayo de 1771, y fue acogido con mucho entusiasmo en las diez localidades más grandes y acaudaladas de la Nueva España. El éxito fue tan grande que otras pequeñas instituciones como iglesias, conventos y colegios crearon pequeñas loterías paralelas. Al igual que los juegos de azar, la Lotería se utilizó como método de recaudación de fondos para financiar las diferentes obras públicas.
Los primeros casinos mexicanos en el siglo XX
Los casinos comenzaron a extenderse por México a principios del siglo XX, durante la presidencia de Porfirio Díaz. El político y militar mexicano, que ejerció el poder en el país de manera dictatorial desde 1876 hasta 1911, firmó un decreto que autorizó los juegos de azar como un negocio de atracción turístico, por lo que los establecimientos de juego se esparcieron por todo el país. En este período se inauguraron el Casino de La Selva, en Cuernavaca; el Casino Foreign Club, entre Naucalpan y Ciudad de México; el Casino de Agua Caliente, en Tijuana; y el Casino Tecolote, en Mexicali. Todos los establecimientos de juego, que contaban con juegos tradicionales como la ruleta o el blackjack, tenían una gran influencia del estilo francés.
La Revolución Mexicana, que puso fin al gobierno de Porfirio Díaz en 1911, y estableció elecciones libres y democráticas, suspendió todas las actividades de juego por un tiempo. El juego resurgió en la década de 1920, cuando los turistas estadounidenses encontraron en nuestro país un refugio ante la prohibición del juego y el alcohol en Estados Unidos. Los presidentes Álvaro Obregón (1920-1924) y Plutarco Elías Calles (1924-1928) aprovecharon la Ley Seca en los Estados Unidos (1920-1933) para propiciar el florecimiento de cantinas, hipódromos y casas de juego en los estados fronterizos, principalmente en los municipios de Mexicali y Tijuana en Baja California y Ciudad Juárez en Chihuahua.
El florecimiento del juego en México no duró mucho, ya el presidente Lázaro Cárdenas decretó la abolición de los casinos el 24 de junio de 1938. Esta prohibición del juego afectó a los establecimientos de juego, entre ellos el Casino de Agua Caliente, el Casino Tecolote, el Casino Foreign Club y el Casino de La Selva. Años más tarde, concretamente el 6 de marzo de 1943, el presidente Manuel Ávila Camacho inauguró el Hipódromo de las Américas. Finalmente, en el año 1947, el presidente Miguel Alemán Valdés promulgó la Ley Federal de Juegos y Sorteos que le otorgó a la Secretaría de Gobernación la facultad de reglamentar, autorizar y controlar los juegos de casino, apuestas y sorteos.
La situación actual de los casinos en México
Desde la publicación del nuevo reglamento de la Ley Federal de Juegos y Sorteos aprobado por el presidente Vicente Fox en 2004, que logró regular el sector del juego y atrajo inversores extranjeros al negocio, el juego se concibe como una industria legal en México. El país se ha convertido en un auténtico paraíso para los aficionados a los juegos de azar. Monterrey, la capital del estado de Nuevo León, es la ciudad de juego más grande del país, ya que cuenta con 25 casinos y hasta 150 instalaciones de juego. Ciudades como Acapulco, Cancún, Chihuahua, Córdoba, Hermosilla, León, Ciudad de México, Puerto Vallarta y Tijuana también cuentan con casinos terrestres.
El Casino Hipódromo de Tijuana, en Baja California, es el establecimiento de juego más grande del país. En este casino, los aficionados a los juegos de azar pueden encontrar más de 1.000 juegos, con modalidades clásicas como las máquinas tragamonedas y juegos de mesa como el blackjack, el baccarat, la ruleta, el craps o el póker Texas Hold’em.