Entregaron el arte de su voz en la 49a. edición del Festival Internacional Cervantino (FIC) en el día de su clausura. (VERÓNICA RIVERA)
El canto de desierto lagunero viajó más de 600 kilómetros al sur para estacionarse ayer domingo 31 de octubre en Guanajuato, donde Los Cardencheros de Sapioriz formaron parte de la delegación coahuilense, por la presencia en la Región Lagunera, que une a Coahuila con Durango, y entregaron el arte de su voz en la 49a. edición del Festival Internacional Cervantino (FIC) en el día de su clausura.
Al pie de una colina, junto a un riachuelo que hace recordar al río Nazas y sus orillas, donde los cardencheros suelen cantar, se ubica la Ex Hacienda San Gabriel de Barrera, inmueble que data del siglo XVII, cuyo patio fungió como sede para este concierto.
Poco antes del mediodía, las 150 sillas colocadas bajo una carpa blanca comenzaron a ocuparse. La carpa también cubría de un cielo poblado de nubes al escenario con fondo entarimado, mientras que el suelo registraba rastros de humedad, huellas de la llovizna ocurrida la noche anterior.
De pronto, un hombre que cubría sus canas bajo un sombrero y protegido del clima fresco por una chamarra negra, salió del área de camerinos e hizo presencia a paso aletargado. Algunos asistentes exclamaron: ‘¡Ahí va un cardenchero!’. Era don Fidel Elizalde, la voz más añeja de la agrupación, cuya participación en el FIC estuvo en duda debido a recientes complicaciones en su salud.
Dicen en Sapioriz y La Flor de Jimulco que el canto cardenche se llama así debido a una cactácea cuyas espinas (como el amor en el alma) entran con facilidad en la carne, pero su extracción causa dolor profundo. Por eso su canto se escucha así, como si hubiese sido raspado por un trago de sotol.
La tradición se ha pasado vía oral de generación en generación entre los campesinos de La Laguna, región que alberga al último bastión de cardencheros, pues los intérpretes que entonaban este canto en el norte del país prácticamente se han desvanecido.
Su origen exacto, como tantas tradiciones, es incierto. Los testimonios orales recogidos por investigadores sugieren que el canto arrastra su legado desde la época de la Colonia, cuando los peones que trabajaban en las haciendas comenzaban a cantar a capela (pues sus precarias condiciones no les permitían tener instrumentos musicales) para tratar de paliar la explotación a la que eran sometidos.
Por eso es imposible no apelar la ironía de este concierto, pues los Cardencheros volverían a entregar sus voces dentro de una hacienda, pero ahora en vez de ser peones, serían los artistas esperados en el festival cultural más importante de Latinoamérica, ante un público deseoso de escuchar las voces que les brindó el desierto.
En punto de la 12:00 horas, al escenario arribaron don Guadalupe Salazar (voz de arrastre o marrana), doña Ofelia Elizalde (voz contralta), Higinio Chavarria (apoyo de la voz fundamental) y el propio don Fidel Elizalde (voz fundamental), todos ellos coronados con sombreros. Además, los Cardencheros fueron acompañados por Juan Francisco Cázares Hugarte, quien fungió como relator y conversador.
Así, el concierto de los Cardencheros en el FIC comenzó con Prisionero que a los puertos, con don Fidel comandando la presentación y refugiando las manos en los bolsillos de su chamarra mientras las otras voces se le unían, pues la voz fundamental es quien lidera e inicia cada canción.
El repertorio también incluyó Hasta aquí llegó lo bueno, Pero hombre amigo, La redonda luna, Huérfano soy, No hay como Dios, así como la canción La noche llegará, una composición realizada por el capitalino José Luis Guzmán que fue ‘acardenchada’ por los campesinos laguneros. Esta última obra causó que el público aplaudiera de pie por unos minutos.
Durante las canciones, Juan Francisco Cázares Hugarte comentó datos y rasgos de esta tradición, abriendo paso a las preguntas del público. Una de las cuestiones abordó el tema de las mujeres en el canto cardenche.
Doña Ofelia es la primera mujer en integrarse al grupo, al cual entró hace dos años en sustitución de don Antonio Valles, quien por su edad y salud ya no pudo seguir cantando. Sin embargo, la cardenchera recalcó que no es la primera en cantar en el pueblo duranguense de Sapioriz, pues en su comunidad las mujeres sí suelen liberar su voz, aunque lo hacen de manera más íntima o en temas relacionados con la Iglesia.
“Yo siempre conocí el canto cardenche, conocí las alabanzas, pues desde que yo recuerdo escuchaba a mis padres cantar. Fidel y yo somos hermanos, mis papás cantaban cardenche, alabanzas, alabados, pastorela”, comentó doña Ofelia en una intervención.
Los Cardencheros continuaron el concierto dando precisamente cátedra sobre algunos alabados y pastorelas, manifestaciones similares al cardenche que también se practican en Sapioriz.
Finalmente, la agrupación se despidió cantando A morir a los desiertos, una de las canciones más célebres que dio nombre al documental de la catalana Marta Ferrer, el cual ha recorrido el mundo dando a conocer la tradición y el cual ya se exhibe en varios cines el país, en espera de arribar a La Laguna.
Los Cardencheros concluyeron su participación en el Festival Internacional Cervantino, tras hora y media de concierto, con don Fidel agradeciendo al público y éste respondiendo a la entrega de los laguneros con un himno de aplausos.