El científico originario de Puebla, despertó su curiosidad por la robótica desde que era un niño, desarmando juguetes y diversos aparatos eléctricos. Actualmente forma parte de la universidad Skoltech Skolkovo Institute of Science and Technology de Moscú (ESPECIAL)
Cuando era niño, Miguel Altamirano Cabrera jugaba a desarmar cualquier juguete y utensilio eléctrico o mecánico que se topara en su casa de la ciudad de Puebla, pero hoy desde Rusia diseña algoritmos y dispositivos, entre otros fines, para que los humanos reciban por medio del tacto información de robots.
"Me gustaba mucho desarmar las cosas electrónicas, tenía mucha curiosidad de cómo funcionaban, desarmaba juguetes que tuvieran batería o motores, despertadores, planchas de mi mamá", rememora aquellas escenas en su vivienda de la virreinal Puebla.
Con 31 años de edad, desde la universidad Skoltech Skolkovo Institute of Science and Technology de Moscú, el científico forma parte de un equipo multidisciplinario de estudiantes de maestría y doctorado de todo el orbe que se han ganado a pulso el reconocimiento mundial por sus innovaciones.
"Siempre me llamó la atención hacer algo que pudiera ayudar las personas, no sólo hacer ciencia por hacer ciencia, que todo lo que hiciera sirviera a las personas, no perder de vista la parte de poder aportar algo, ese fue mi sueño", recuerda Miguel, un joven nacido en Tehuacán que habla cuatro idiomas: español, inglés, italiano y ruso.
Antes de ingresar a cursar una ingeniería en la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, la filosofía formaba parte de su formación y gusto, quizá por eso se convirtió en un científico humanista.
"Trabajo principalmente con robots colaborativos y en la universidad tenemos un buen equipo físico, es algo que ayuda mucho y el apoyo del profesor es fundamental (...) es muy agradable que el esfuerzo que haces lo tomen en cuenta y que se pueda potenciar en estos trabajos que hacemos", afirma, contento.
Un azteca en la Plaza Roja
Desde hace cinco años llegó a la nación soviética con una beca bajo el brazo y desde entonces se instaló en el corazón de Moscú, donde trata de equilibrar su vida con al menos ocho horas diarias en el laboratorio de la universidad, pero recorriendo (los fines de semana) la mítica Plaza Roja.
"Ha sido un proceso de adaptación de ver que es lo positivo de lo negativo y poder hacer que te guste el lugar, que te atraiga en donde estas. También se habla del carácter de las personas rusas, pero es un poco diferente al de los latinos, no son tan abiertos al principio, pero después descubres que son personas muy buenas, que rompes el hielo y empiezan hacer muy buenos también", dice.
Sus aplicaciones son ilimitadas, desde capacitación laboral hasta intervenciones quirúrgicas a distancia, con la ventaja que los doctores podrían sentir lo que el robot toca.
"Me gusta mucho este campo, es una parte que tiene mucho futuro para poderlo desarrollar (...) podría ayudar mucho a la industria y al sector médico, me siento contento, se trata de poder desarrollar algo para poder utilizarlo, me emociona", expresa desde su departamento en la vieja Moscú.
Cuando estudió la maestría en la misma universidad, desarrolló y fabricó Delta Robot, un sistema de control para un proyecto conjunto con el MIT para el desmantelamiento robótico de alta velocidad de teléfonos inteligentes.
"Una parte de mi trabajo es la operación, cómo poder manejar robots a distancia, muchas actividades de los robots no se pueden automatizar al cien por ciento ni todos los procesos", relata con pasión.
Como estudiante de doctorado, trabaja en la teleoperación háptica de los robots colaborativos y diseñó una nueva pantalla táctil portátil LinkGlide para proporcionar al operador la sensación táctil de agarrar y manipular un objeto remoto con una mano robótica.
Presentó y publicó hasta ocho artículos científicos en congresos muy prestigiosos y fue galardonado con el Premio a la Mejor Demostración, Premio de Bronce en el Int. Conferencia. Asia Haptics 2018, donde se presentaron 200 demostraciones.
En la última edición del encuentro más importante sobre gráficos por computadora y técnicas interactivas ACM SIGGRAPH Asia 2020, celebrado en diciembre pasado en Corea del del Sur, dos proyectos -donde participa Altamirano fueron reconocidos entre los 20 mejores del mundo.
Un espíritu mexicano en Rusia
De la mano del profesor Dzmitry Tsetserukou del Laboratorio de Robótica Espacial Inteligente y VR / AR de Skoltech (Centro Espacial Skoltech), el científico mexicano colabora en equipos conformados por otros estudiantes, entre ellos Ilya Zakharkin, Arman Tsaturyan, Jonathan Tirado, Igor Usachev, Juan Heredia y Aleksey Fedoseev
El primero se trató de un sistema de interacción robot humano que permite a un operador controlar un brazo robótico mediante una aplicación de videollamadas (zoom), sin necesidad de guantes o dispositivos de rastreo de manos.
El segundo proyecto, MaskBot, es el primer robot con capacidad de mateo de proyección en tiempo real, es decir ayuda a que la red neuronal profunda realice la detección de rostros.
"Es una persona talentosa, de mente abierta, diligente y amable", así es descrito por el profesor Dzmitry Tsetserukou, científico ruso con estudios en Japón y jefe de los exitosos proyectos.
Desde las entrañas de la casa de estudios, afirma que Miguel es muy proactivo para participar en investigaciones conjuntas con universidades como el MIT, el Centro Aeroespacial Alemán, la Universidad de Electro-comunicaciones y la Universidad Northwestern.
"Miguel trajo a Skoltech el espíritu de México y está feliz de aprender una cultura rusa y encontró muchos amigos aquí. Estableció un ambiente muy agradable y saludable en su equipo de investigación. A muchos estudiantes de mi laboratorio les gustaría trabajar con él", describe.