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'Miguel, el bolero', el hombre del Matamoros 'romántico'

Se ha dedicado más de 70 años a lustrar los zapatos del municipio

A mi me tocó el Matamoros romántico, ahorita ya ni industria hay”, recuerda con una gran nostalgia el señor Miguel, quien por muchos años se ha encargado de lustrar los zapatos de personajes de la vida política y social del municipio.

A mi me tocó el Matamoros romántico, ahorita ya ni industria hay”, recuerda con una gran nostalgia el señor Miguel, quien por muchos años se ha encargado de lustrar los zapatos de personajes de la vida política y social del municipio.

MARÍA DE JESÚS VAZQUEZ

"A mi me tocó el Matamoros romántico, ahorita ya ni industria hay”, recuerda con una gran nostalgia el señor Miguel, quien por muchos años se ha encargado de lustrar los zapatos de personajes de la vida política y social del municipio.

A sus 91 años, todavía permanece con el negocio, ya que empezó con el oficio en los años cincuenta, cuando tenía unos 20 años, el cual le permitió sacar adelante a su familia y ahora también vende refrescos “para entretenerse”.

“Miguel, el bolero'', como lo conocen en Matamoros, cuenta que llegó más o menos a los 18 años, quien es originario de Saltillo, debido a que su padre era militar estaban acostumbrados a vivir en diferentes ciudades. Ya en retiro, sus padres se establecieron en Monterrey, pero para entonces él ya se había casado con una joven del ejido San Miguel y aunque se comprometió establecerse con ellos en la “Sultana del Norte”, no le fue posible, pues dice su destino era quedarse en La Laguna.

El oficio de bolero lo “abrazó” tras un balazo que recibió por accidente en una rodilla, de parte de un conocido. Todo ocurrió al manipular equivocadamente una pistola, cuando él se encontraba de vacaciones en Matamoros, ya que había ingresado a la Escuela Militar de Aplicaciones, en Ciudad de México, pues al igual que su padre su intención era integrarse a la milicia y tras el incidente no le fue posible recuperarse totalmente.

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Recuerda que, durante el proceso de recuperación del accidente, con las muletas se paraba al exterior del Salón Azteca, en la esquina de la calle Niños Héroes y Cuauhtémoc,  ya que un amigo de él era el dueño de un puesto para bolear y a veces se le juntaban los clientes, por lo que le pedía ayuda, aunque confiesa que al principio le daba vergüenza, hasta que finalmente fue quien continuó con el negocio, con el cual durante más de 70 años fue el sustento de su familia, tuvo siete hijos,  dos mujeres y cinco varones.

Ahora el puesto ocupa un pequeño espacio dentro de una tienda de abarrotes, frente al Mercado Miguel Hidalgo. Su esposa falleció hace muchos años, pero sus nietos y bisnietos ocasionalmente lo acompañan en el negocio.

No puede ocultar su nostalgia y dice que ahora Matamoros es un desastre, por el deterioro de la ciudad, pues atrás quedó la bonanza que dejaba la agricultura, los talleres industriales, la jabonera, la fábrica de aceite, el ruido del ferrocarril, los paseos de los cientos de familias por la Riviera de San Pedro, que era un paraje al lado del río Nazas, cerca de lo que hoy es la carretera Torreón- San Pedro.

Bonitas las casonas en el centro, las cuales son pocas las que quedan, las haciendas, el movimiento que generaba los centros nocturnos como el Salón Azteca, el salón de patinaje, el boliche, las enormes fiestas en fechas especiales, como el 20 de noviembre, el 15 de septiembre, en Navidad, los paseos dominicales en la plaza, las fiestas patronales de la iglesia.

“Todo eso se acabó, ahora todo es un desastre, hay falta de dinero, antes aquí la gente se conocía por familias, acostumbraban a ir a la iglesia, a irse a visitar, había mucho romanticismo, la gente se comportaba muy bien, no tenía mucha preparación pedagógica, pero se dirigía con mucho respeto y ahora las nuevas generaciones tienen otra mentalidad”.

Le tocó lustrar los zapatos a los hacendados, damas de sociedad, políticos, estudiantes; en fin destacados personajes de aquellos maravillosos años, del Matamoros romántico y dice, que lo seguirá haciendo hasta que Dios le preste vida

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Escrito en: Reportajes Matamoros

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