Malbéne se califica a sí mismo de "teólogo sin teología". Con frecuencia la forma en que se conduce escandaliza a sus colegas. Por ejemplo, tiene pública amistad con Jean Cusset, quien más de una vez ha dicho que los libros de teología deberían ponerse en el estante correspondiente a la literatura de ficción.
En su más reciente artículo para la revista Lumen el lovaniense afirma que admira mucho a los ateos. "Son tan seguros de sí mismos -dice- que no necesitan asideros para ir por esta vida, quizá porque no creen que haya otra". Añade: "Yo voy por el mundo con mi inseguridad a cuestas. Para que me ayude a cargarla me hace falta creer en alguien superior a mí. La fe viene en mi auxilio, sobre todo en los días oscuros, cuando la enfermedad, cuando los sufrimientos, cuando la soledad. Los ateos, en cambio, se bastan a sí mismos, y no requieren muletas o bastón para el camino".
Los malquerientes de Malbéne reprobarán seguramente las palabras que dedica a los ateos, y más cuando las termina con esta consideración: "Lo de ellos es el pensamiento; lo mío el sentimiento".
¡Hasta mañana!...