Un militar nacido en la isla gobernó Coahuila y Texas poco después de la Independencia. (VERÓNICA RIVERA)
Fue en a principios de 2020 cuando una comitiva formada por el Festival Internacional Cervantino (FIC) y la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, viajó a La Habana para entrevistarse con Alpidio Alonso Grau, ministro de Cultura de Cuba. El propósito era que la isla fuese el país invitado de la edición 48.
Cuba aceptó sin titubear la invitación. Sería la primera vez que esta nación estaría en el FIC como invitada de honor, aunque artistas y escritores de la isla ya habían tenido participación en ediciones anteriores.
No obstante, la pandemia por COVID-19 obligó a que el FIC en 2020 se realizara totalmente de manera virtual. Por lo que para 2021, la organización del festival decidió mantener la invitación a Coahuila y Cuba como estado y país invitado de honor.
Por ende, a visión del poeta Waldo Leyva, consejero cultural de la embajada de Cuba en México, el Cervantino 49, donde participaron más de 100 artistas cubanos, ahondó en las raíces que hermanan a la isla con el territorio azteca, las cuales son tan profundas como históricas, pues cabe recordar que al finalizar la Revolución Cubana, México fue el único país en Latinoamérica que no rompió relaciones con la tierra de José Martí.
“Es algo que nosotros agradecemos desde siempre. Y es otro ejemplo, de esa hermandad, de esa relación intensa que tenemos los dos países”, comentó Leyva.
Para revisar a detalle estos lazos, hay que girar hacia el pasado y escuchar atento su son. Leyva acentúa que estos vínculos posiblemente son de los más intensos que existen entre los países latinoamericanos. La razón de esto puede escapar a una explicación lógica, pero es así: se despega de los temas políticos para yacer en la hermandad.
“Es una hermandad, una hermandad profunda que nos ha venido desde prácticamente los primeros tiempos, no de la República, desde mucho antes. No sé si tú sabes que en la época colonial varios de los virreyes españoles eran nacidos en Cuba”.
Leyva cuenta así una anécdota, cuando en 1790 se descubrió la Piedra del Sol, quien gobernaba Nueva España era un virrey de origen habanero llamado Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla y Horcasitas.
“Te puedo poner muchos ejemplos de ese vínculo tanto de cubanos aquí como de cubanos allá. Es decir, no se si sabes que en la guerra de Independencia de México, estuvieron, entre generales y oficiales, más de 20 cubanos que además tuvieron una presencia, no sólo como militares, sino que también llegaron a ser gobernadores”.
Ejemplo de ello, que precisamente tiene que ver con los invitados al Cervantino, es que Antonio Elozúa, un militar nacido en San Carlos de Matanzas, Cuba, gobernó Coahuila y Texas de 1820 a 1821. Posteriormente, el cubano reconoció el Plan de Iguala de Agustín de Iturbide y renunció a su cargo para asistir como diputado por Coahuila al Primer Congreso Constituyente de 1822.
“Hoy estaba hablando con la secretaria y le hablaba de Pedro y José Francisco Lemus, dos hermanos generales cubanos, quienes tuvieron mucho que ver con la guerra de Independencia en el norte, especialmente con Coahuila. Entonces, es un vínculo muy grande si vamos a la historia y si vamos a la cultura, ni se diga. El cine mexicano, sobre todo en los años cuarenta y cincuenta, está lleno de actrices, de rumberas cubanas. Muchas de esas películas se filmaron en La Habana o se filmaron con actores cubanos acá”.
En materia musical, Leyva añadió que se desconoce si el bolero si es de México o Cuba. Además, el danzón se baila más en suelo azteca que la isla, a pesar de que es el baile nacional cubano.
“Hay una hermandad, un vínculo muy estrecho que hace que no resulte extraño que en el escenario del Cervantino estén Los Van Van tocando con la Orquesta Filarmónica del Desierto de Coahuila o que nos juntemos en más de una manifestación artística”.