El cuerpo de un hombre semienterrado en una fosa clandestina en la comunidad de Vícam, en el municipio mexicano de Guaymas fue hallado este jueves y su ropas coinciden con las del líder de la tribu yaqui, Tomás Rojo Valencia, de 54 años, reportado como desaparecido desde el 27 de mayo. (EFE)
El cuerpo de un hombre semienterrado en una fosa clandestina en la comunidad de Vícam, en el municipio mexicano de Guaymas fue hallado este jueves y su ropas coinciden con las del líder de la tribu yaqui, Tomás Rojo Valencia, de 54 años, reportado como desaparecido desde el 27 de mayo.
Pero aunque la ropa y los accesorios encajan con los reportados la última vez que lo vieron con vida, personal de servicios periciales del estado de Sonora, noroeste de México, realizan pruebas de ADN a los restos humanos para confirmar a quién pertenece el cuerpo.
La Fiscalía General de Justicia en Sonora informó este jueves que la vestimenta que portaba la víctima corresponde con la del reporte, especialmente un paliacate rojo que el hombre siempre portaba en el cuello, sin embargo, dijo que será el personal del Laboratorio de Inteligencia Científica Forense quien esclarezca la identidad de los restos humanos.
“Una persona de la comunidad, que buscaba leña en la zona, reportó el hallazgo de una fosa con un cuerpo semienterrado entre el monte, a uno 12 kilómetros al sureste de Vícam y a dos kilómetros al Este de la Carretera Estatal 29”, señaló el parte policiaco.
El sitio del hallazgo se ubica en las inmediaciones de Vícam, capital de la tribu yaqui, entre los municipios de Cajeme y Guaymas, al sur de Sonora, y a unos 12 kilómetros del domicilio de Rojo Valencia, de donde salió la madrugada del jueves 27 de mayo, a caminar como lo hacía cada mañana, pero desapareció sin dejar rastro.
En el lugar, los servicios periciales también recolectaron diversos indicios como prendas de vestir, las cuales coinciden con las descritas por familiares en la denuncia de desaparición en la que señalaron que vestía pantalones deportivos negros, suéter gris, tenis negros y un paliacate rojo atado al cuello.
Tras la desaparición, las agencias de seguridad y ministeriales de los tres niveles de Gobierno se instalaron en el territorio yaqui para iniciar la búsqueda e investigar la desaparición del líder indígena.
En 2010, Rojo Valencia junto a Mario Luna, encabezaron la llamada guerra por el agua en el estado de Sonora que se desató cuando el Gobierno del estado anunció la construcción del Acueducto Independencia para llevar agua desde la cuenca del Río Yaqui hacia la capital Hermosillo, de donde actualmente se abastece a más de 300,000 personas y que inició operaciones en 2013.
La protesta de Rojo Valencia y Luna fue porque consideraron que la sobreexplotación de sus recursos naturales impactaría en el desarrollo social, político y económico de sus comunidades.
La principal demanda de los indígenas era que mientras el Gobierno estatal extraía el agua del Río Yaqui para abastecer a las dos ciudades más habitadas de Sonora, Hermosillo y Ciudad Obregón, nunca había garantizado el abastecimiento del vital líquido en los ocho pueblos que habita la tribu.
Debido a su oposición a la obra, que inició en 2010 y finalizó en 2013, ambos indígenas fueron acusados de diversos delitos. Rojo se escondió en su territorio, mientras que Luna fue encarcelado hasta que finalizó el sexenio del gobernador Guillermo Padrés (2009-2015), entre escándalos por corrupción.
Actualmente el Acueducto Independencia continúa operando y sirve para abastecer de agua para consumo humano a la mitad de los habitantes en Hermosillo, capital de Sonora, esto a pesar que en diversos juicios la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha ordenado la suspensión de la obra.
En febrero, el conflicto por los cortes de carreteras llegó a un punto crítico cuando un indígena murió arrollado por un camión que atravesó uno de los bloqueos impuesto por los yaquis.
Empresarios y camioneros en el estado de Sonora se quejan de que los cortes en las vialidades afectan seriamente el movimiento de materias primas y bienes de exportación, y dijeron que los manifestantes a veces son abusivos o exigen dinero para permitirles pasar.
Los bloqueos han afectado la carretera principal que une la capital de Sonora, Hermosillo, con Estados Unidos, considerada una ruta clave para la importación y exportación de autos y autopartes, productos electrónicos y otros bienes.
Quizá mejor conocidos en el extranjero por los poderes místicos y visionarios que les atribuyó el escritor Carlos Castaneda, los yaquis lucharon con dureza contra una brutal campaña del gobierno mexicano para eliminar a la tribu a fines del siglo XIX y principios del XX.
En torno a 1900 fueron mayoritariamente derrotados y el dictador Porfirio Díaz comenzó a trasladarlos de sus fértiles tierras de cultivo a territorios menos valiosos o a la virtual esclavitud en haciendas tan lejanas como el estado de Yucatán, en el extremo suroriental del país.
En 2020, López Obrador viajó a los territorios ancestrales de esta etnia para el establecimiento de la Comisión de Justicia para el Pueblo Yaqui, y dijo que planea ofrecer una disculpa en nombre del gobierno por la guerra genocida que se libra contra ellos.
La comisión ha prometido viviendas, proyectos de desarrollo y una mayor voz para las empobrecidas comunidades yaquis, pero algunos de sus líderes no participan en las conversaciones y el acuerdo no ha sofocado las protestas, que a veces exigen grandes pagos de compensación.
Esa zona de Sonora tampoco está exenta de la violencia vinculada con el crimen organizado y que está presente en toda la frontera entre México y Estados Unidos.