Las herramientas tecnológicas como las apps de rastreo de contacto y los sistemas de inteligencia artificial desplegados por gobiernos europeos para combatir el COVID-19 no jugaron un papel clave a la hora de frenar la pandemia y ahora suponen un riesgo de que ese nivel de vigilancia se acepte de forma generalizada, según un nuevo reporte. (ESPECIAL)
Las herramientas tecnológicas como las apps de rastreo de contacto y los sistemas de inteligencia artificial desplegados por gobiernos europeos para combatir el COVID-19 no jugaron un papel clave a la hora de frenar la pandemia y ahora suponen un riesgo de que ese nivel de vigilancia se acepte de forma generalizada, según un nuevo reporte.
A menudo, las tecnologías de vigilancia de salud desplegadas por muchos países europeos tras el estallido de la pandemia del coronavirus el año pasado se adoptaron sin suficiente transparencia, salvaguardas o debate democrático, según un reporte publicado por AlgorithmWatch, un grupo de investigación sin fines de lucro que sigue el impacto de los sistemas de Inteligencia Artificial.
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Algo con lo que esperan mejorar el estudio y protección de ésta y otras especies en peligroLas autoridades se apresuraron a desarrollar nuevas tecnologías o utilizar otras existentes para combatir los contagios. Crearon apps de rastreo de contactos para localizar a la gente que había estado cerca de personas infectadas, y después desarrollaron pasaportes de vacunación para verificar que la gente había recibido vacunas contra el COVID-19 antes de permitirles viajar o acceder a conciertos, restaurantes y otros recintos. Algunos estados emplearon drones y dispositivos para vigilar el cumplimiento de las normas de distanciamiento social.
Muchos de estos sistemas utilizaron tecnología de toma automática de decisiones, lo que redujo los complejos desafíos sociales que planteaba el COVID-19 a una serie de problemas tecnológicos que requerían soluciones tecnológicas, indicó la organización sin fines de lucro, con sede en Berlín.
AlgorithmWatch admitió que la tecnología había jugado un papel a la hora de salvar vidas durante la pandemia, por ejemplo al emplear inteligencia artificial para distribuir las vacunas con eficiencia.
Sin embargo, los autores del reporte señalaron que la tendencia más preocupante fue cómo se utilizó la pandemia para “consolidar y normalizar la vigilancia, el monitoreo, la medición y la predicción de cada vez más actividades cotidianas, que ahora básicamente incluyen propósitos de salud pública y personal”.
Eso es un problema aún mayor considerando los “fallos, falsificaciones, filtraciones de datos” que existen en esas herramientas, según el grupo, así como el creciente número de usos para la información obtenida de la tecnología contra el COVID-19 en distintos lugares del mundo.
Una de las recomendaciones del grupo es emplear una estrategia “basada en pruebas” a la hora de utilizar tecnología automatizada de toma de decisiones y limitar con claridad su uso para evitar “aplicaciones masivas opacas” que son perjudiciales para la democracia.
El reporte, centrado sobre todo en países europeos, documentó las salidas en falso y los errores derivados de acelerar tecnología nueva y no probada.
En los primeros días de su cuarentena inicial en 2020, la policía belga tenía previsto utilizar drones para controlar el distanciamiento social, pero abandonó la idea tras una reacción pública negativa. También hubo una iniciativa para utilizar cámaras de seguridad, instaladas en un principio para combatir los delitos graves y el terrorismo, en un ejemplo de usurpación de funciones, cuando se emplea tecnología con un propósito distinto al declarado en un principio. Eso aumentó el riesgo de llegar a una “sociedad vigilada”, indicó el reporte.
Pronto se multiplicaron las apps de rastreo de contactos. La mayoría se basaban en tecnología desarrollada de forma conjunta por Apple y Google y utilizaban las señales Bluetooth para registrar de forma anónima los smartphones que habían permanecido en contacto cercano y prolongado con el celular de alguien que diera positivo en una prueba diagnóstica.
Pero la aceptación fue dispar. Por ejemplo, hay pruebas de que la app de rastreo del gobierno de Chipre “no fue adoptada de forma generalizada”, indicó el informe.
La app CoronaCheck del gobierno holandés para registrar la vacunación se vio plagada de errores. Debido a su sistema descentralizado y con precauciones de privacidad, su código QR no podía revocarse si una persona daba positivo en una prueba, lo que permitía acceder a lugares que requerían prueba de vacunación o un test negativo. También era posible manipular la app para obtener un resultado falso, señaló el informe.
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Señalan que es el primero de ámbito internacional que se ha adoptado con dicho finUn chat automatizado utilizado en varios sitios del gobierno estonio dio información incorrecta sobre el COVID-19. En un caso, en octubre, dijo que no había vacunas disponibles contra el virus.
El gobierno polaco desarrolló un algoritmo para verificar la residencia fiscal de los empresarios para determinar si podían optar a asistencia financiera por la pandemia, pero fue criticado por no publicar detalles sobre el algoritmo que pudieran utilizarse para comprobar su efectividad.