La aerolínea estatal Belavia fue la primera en sentir las consecuencias del incidente ocurrido el pasado 23 de mayo. (AP)
La aerolínea estatal Belavia fue la primera en sentir las consecuencias del incidente ocurrido el pasado 23 de mayo, que causó un escándalo internacional y se saldó con la detención del periodista disidente Román Protrasevich y su novia, que volaban en la aeronave obligada a descender en la capital bielorrusa.
Apenas un día después, Lituania cerró su espacio aéreo para los aviones procedentes de Bielorrusia.
Su ejemplo fue seguido por otros países y Belavia se vio obligada a cancelar más de 20 vuelos regulares, que suponen la reducción a la mitad de las rutas que cubrían los aviones de la empresa bielorrusa.
A día de hoy, cuatro de los cinco países con los que limita Bielorrusia han cerrado su espacio para los aviones de este país, por lo que la única forma de salir en avión de Bielorrusia es a través del territorio ruso.
Los pasajeros en tránsito se encuentran ahora entre las víctimas colaterales de las sanciones contra Bielorrusia, pues el país actuaba previamente como un punto de escala para los viajeros de Rusia y Ucrania que suspendieron los vuelos directos después del inicio del conflicto en el Donbás, en 2014.
Además, las suspensiones de vuelos obligan ahora a muchos pasajeros a realizar nuevas escalas para llegar a sus países de destino y si antes se podía cubrir la ruta entre Minsk y Vilna en 40 minutos, ahora el trayecto puede demorar casi un día al pasar por terceros países, como Georgia.
"Tuvimos que cancelar nuestras vacaciones en familia porque Vila se puede decir que está cerrada", dijo a Efe Andréi, un pasajero cuyo vuelo a Lituania fue suspendido.
Andréi es uno de muchos turistas que se acercan estos días a las oficinas de Belavia para tratar de recuperar la suma pagada por los pasajes cancelados.