Consagrado. En 2019, Joan Margarit fue reconocido con el Premio Cervantes, pero el galardón se le entregó apenas hace dos meses.
En noviembre de 2019, el poeta y arquitecto Joan Margarit (Sanaüja, Cataluña, 1938) depositó en la Caja de Letras del Instituto Cervantes, cinco títulos que representaron una explicación de su trayectoria, o que por lo menos, en sus palabras, se aproximaba.
En ese tenor, Margarit tomó el micrófono y explicó que su ejercicio y vida poética eran un caso raro, pues su problema no tenía bibliografía dónde aprender su solución.
Si bien la poesía se suele incluir en la literatura, esta tiene algo que la distingue y que la acerca a lugares más intangibles, como puede ser la música. El poeta catalán se dio cuenta de esto. Opinó que la prosa puede escribirse al margen de la lengua materna. En cambio, la poesía no puede desanclarse de la lengua originaria.
Ahora, se recordará que Joan Margarit fue catalán y, sin embargo, publicó poesía también en español. El guiño no le era indiferente, era consciente del mismo y se consideraba un caso especial: "Por eso digo que no hay bibliografía, porque a nadie le interesa este tema". Aunque sí tenía cierta certeza de una explicación: el poeta nació arropado por una lengua materna catalana, pero en medio de la estruendosa Guerra Civil española.
Durante el conflicto bélico, la imposición del castellano en Cataluña fue estrategia de Francisco Franco. A Joan Margarit no le quedó más remedio que aprender el nuevo idioma "a patadas", como el decía. Con el tiempo se percató de que el castellano y el catalán, de raíces latinas, eran dos lenguas que permitían casi el mismo manejo, pero tampoco podía mentirse: lengua materna sólo hay una, no pueden ser dos. Nadie sale de dos vientres.
"Si fuera un prosista, pudiera hacer lo que me diera la gana. Pero yo soy un poeta y de esto no habla nadie, porque a nadie le interesa. No hay poetas que se encuentren en la situación que me he encontrado yo".
Al verse entre dos caminos, eligió al castellano por ser la lengua de la cultura que lo crió. Pero los poemas no surgían como él quería. Salían de alguna parte, divagaban en los surcos de los límites, flotaban en el limbo, pero no llegaban a su destino, sólo se aproximaban. Tras la autocrítica, Joan Margarit optó por alejarse y juzgar su obra con dureza.
Con esta visión, en 1963 contactó a Camilo José Cela y le mandó Canto para la coral de un hombre solo, su primer poemario. Aunque esta obra no había llegado adónde él quería, mirarla publicada le otorgaba una distancia que le permitía observar dónde estaba el problema.
En esa contemplación se preguntó: "¿Y si el problema fuera esto?", e inmediatamente entintó su pluma en lo hondo del catalán, su lengua materna. Así, Joan Margarit emprendió el viaje por otro equívoco, pero ahora más cercano a la verdad. No ocultó su entusiasmo, se emocionó como un niño por el descubrimiento de su lengua, de la cual se consideraba un inculto.
Pero bien dicen que quien escribe nunca deja de cuestionarse. El poeta atisbó otro defecto en su nueva obra: había exceso de entusiasmo. Las palabras se le desbordaban, había que controlar el origen del afluente.
Los excesos y defectos de Joan Margarit suman en total 12 libros, publicados en catalán y en castellano. Sí bien reconocía con orgullo provenir de Cataluña, también contestaba a críticos y periodistas que trataban de subrayar su origen: "Soy un poeta catalán, ¡pero también castellano!".
ENTREGA DEL CERVANTES
Días después, se anunció que Joan Margarit era reconocido con el Premio Cervantes 2019, el máximo galardón de la literatura en lengua castellana. Sin embargo, el poeta no pudo recibir el premio en abril de 2020 debido a las restricciones sanitarias que ocasionó la pandemia de COVID-19.
Fue hasta el pasado mes de diciembre que la ceremonia pudo realizarse. Los reyes de España volaron a Barcelona para visitar al poeta y otorgarle el galardón. Se trató de un encuentro privado en el Palacete de Albéniz (residencia oficial de los reyes en sus visitas a Cataluña), donde Felipe VI, acompañado de la reina Letizia y José Manuel Rodríguez Uribes, ministro de Cultura de España, pudieron hablar con Margarit.
El poeta agradeció y recibió la presea, en compañía de su esposa, hijos y nietos. Expresó su felicidad, como el entusiasmo desbordado en sus primeros poemas catalanes, y se tomó fotografías con los mandatarios.
El día de ayer, a casi dos meses de la entrega del Premio Cervantes, se hizo público su deceso. Joan Margarit, el arquitecto de las palabras, perdió la lucha contra el cáncer que se le había detectado hace menos de un año.