En solidaridad con Ángel Verdugo.
La reforma electoral de 1996 fue un gran ejercicio de alta política. Tanto el presidente como los grupos de trabajo, sobre todo académicos, y los líderes de los diversos partidos pujaron y presionaron para lograr el esquema que hizo posible que, desde 1997, México tuviera elecciones libres, limpias, competidas y profesionalmente administradas. Dada la historia previa, nadie puede minusvalorar lo ahí logrado.
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