A unos días de la celebración del Día internacional de la Mujer, es inevitable revivir ese cúmulo de imágenes de las marchas del 8M en el 2020, un año de efervescencia en los movimientos en contra de la violencia a la mujer que, terminó por provocar el arrojo, el grito desesperado, la furia de tantos colectivos reclamando justicia en el país.
A dos años de esta gran marea violeta que nos permitió a las mujeres reconocernos unas a otras y hermanarnos como pocas veces había ocurrido, viene la reflexión. Se atravesó la pandemia que, según algunas voces, ha provocado casi 10 años de retroceso en los avances que habíamos conseguido. Qué desaliento.
Entre enero y febrero, dos meses con semanas heladas y de terrible incertidumbre económica, se vivieron fechas importantes: el 140 aniversario del nacimiento de Virginia Woolf, la escritora londinense que exclamó la necesidad de abrir un espacio de potencial creativo para las mujeres. A nivel local, unos días antes supimos de la muerte de la maestra Magdalena Briones, pionera de la danza española y gran defensora ambiental. Una mujer de firmes convicciones que agradezco tanto haber conocido de cerca.
Por esos días leí algunas líneas del libro “Magda Briones: por amor a la danza y a la tierra”, una edición de bolsillo que escribí y fue publicada en el año 2013, con una semblanza de la vida y obra de la maestra.
Sus intereses variaron desde el arte, la sociología, la defensa del medio ambiente. En estas tardes que pasé en su casa, un escenario rodeado de libros, caballetes de pintura y fotografías, le pregunté. Pero, ¿y la danza? Y respondió: “Es lo más hermoso que he hecho en mi vida, bailar, es lo queme ha salido mejor”.
Ella bailó en público en la década de los cincuenta en las fiestas de la Covadonga y en diversos escenarios, era la misma época en que Enriqueta Ochoa publicaba el poemario “Las Urgencias de un Dios”, que fue censurado en Torreón, su ciudad natal. Tenía 22 años de edad la poeta que hoy enorgullece a nuestra ciudad y el Estado por su trascendencia nacional e internacional.
Gracias a mujeres como ellas y como Magdalena Mondragón, periodista y escritora torreonense cuya novela “Yo como pobre” fue seleccionada como el Libro del Mes en Nueva York, podemos hablar hoy de una emancipación de la mujer en el ámbito de la creatividad.
En palabras de Virginia Woolf es preciso que una mujer tenga dinero y una habitación propia para escribir literatura, pero trasladado a la actualidad, todas necesitamos un cuarto propio donde sentarnos a solas a imaginar el mundo que queremos, para nosotras y las futuras generaciones.
Twitter: @Lavargasadri.