Hay otro tema que, si bien no tienen la dimensión de la cuestión del agua que vimos la semana anterior, pero que es muy visibilizado, debemos comentarlo: el manejo de los residuos sólidos. Cuando enfrentamos un problema los ciudadanos volteamos a ver al gobierno, queremos saber que está haciendo y opinamos al respecto, señalando si lo que hace está bien o mal, si es suficiente o deficiente, el asunto es que emitimos juicios de valor en función de las acciones gubernamentales y eludimos ver cuál es nuestra responsabilidad frente a él. Eso pasa con la basura.
Opinamos sobre el tema si el camión recolector algún día pasa o no a tiempo por la calle donde vivimos, o si no pasa, si el servicio es bueno o malo, nos limitamos a ver este asunto del manejo de residuos sólidos como ciudadanos pasivos que bajo el argumento de que se paga un impuesto a los municipios por la prestación del servicio, este se nos debe proporcionar en buena forma, sobre todo segura, porque nos abruma que la basura se quede en nuestras casas o en las calles donde vivimos. La acumulación de esta y su dispersión en sus calles visibiliza dicho problema y nos causa malestar.
Sin embargo, al igual que el agua, ¿alguna vez nos preocupamos por conocer cuál es el ciclo completo de los residuos que diariamente generamos? ¿qué tipo de residuos son los que generamos? ¿estos son los únicos que se generan? ¿en qué cantidades lo hacemos cotidianamente? ¿dónde se disponen finalmente esos residuos? ¿es adecuada esa disposición? ¿qué debemos hacer para reducir el impacto que provocamos en nuestro entorno para reducir la cantidad de residuos que generamos? ¿hacemos un manejo adecuado de ellos desde nuestras viviendas? Estas preguntas nos deben llevar a entender porque se genera basura, que tipos de basura se genera, y en si el ciclo completo que implica su manejo. Quizás si lo hacemos tomemos conciencia del papel que desempeñamos como la principal fuente de generación de residuos y con ello tratemos de ir cambiando nuestros hábitos, desde el consumo que hacemos de los bienes que requerimos en nuestra vida doméstica.
El principal tipo de residuos sólidos que generamos son los urbano-domésticos, no es el único, de hecho, es el tipo de basura menos contaminante o que tiene menor impacto en el ambiente y en la salud de la población. Existen otro tipo de residuos llamados peligrosos y los de manejo especial, que tienen otras fuentes de generación que en esta ocasión no nos referiremos, solo a los que generamos como resultado de nuestras actividades en las viviendas o en espacios públicos.
Según datos oficiales, en promedio cada persona genera alrededor de un kilogramo de basura por día, que si multiplicamos por 1.6 millones de habitantes que residimos en la Comarca Lagunera, se traduce en una cantidad igual de kilogramos diarios, es decir, 584 toneladas de basura al año. La función de los municipios es recolectar esa basura y depositarla en un sitio de disposición final, o relleno sanitario, función que deben realizar con base a normativas o regulaciones que van desde leyes federales hasta reglamentos municipales.
Al respecto, debemos reconocer que el servicio de recolección en general se realiza en los municipios de la región, con diferente calidad puesto que en algunos es deficiente, particularmente en los espacios rurales. Pero no solo el servicio de recolección es importante, también lo es la disposición final, donde se repiten las diferencias entre los municipios, ya que en algunos casos los llamados rellenos sanitarios son simples tiraderos de basura a cielo abierto, donde no hay control o este es insuficiente para evitar se disperse y contamine.
La basura que recogen los camiones recolectores en nuestras calles no es la única, sea orgánica (residuos alimenticios, de vegetación) o inorgánica (plásticos, papel, cartón, vidrio), también los hay de otro tipo como los escombros que se generan cuando rehabilitamos nuestras viviendas, alguna calle o espacio público, que requieren un trato diferente a los primeros. En ambos casos debemos reconocer que los municipios laguneros tienen insuficiente infraestructura para realizar el manejo de residuos sólidos urbano-domésticos acorde con las regulaciones establecidas, destacando en ello Torreón como el que mejor las cumple, no solo por ser la urbe mayor sino porque se le ha puesto más atención a este tema.
Podemos señalar esas deficiencias de infraestructura, equipamientos y personal adecuado que tienen los municipios, cuyo mejoramiento seguirá siendo parte de la agenda ambiental pendiente, pero también, como lo señalamos al principio, es fundamental que nos veamos al espejo. Quienes generamos este tipo de basura, la más abundante, somos, principalmente, los habitantes de las ciudades y ejidos de la región, por lo que el tipo y la cantidad de residuos que generemos, la forma en que los manejemos desde nuestras viviendas, es nuestra responsabilidad como ciudadanos. Ahí no podemos echar culpas a otros.
Podríamos agregar a los señalamientos anteriores que el gobierno no promueve campañas de educación ambiental entre la población, que en el sistema educativo formal no se da la atención debida a los escolares para que adquieran nuevos valores que se traduzcan en cambiar sus hábitos por otros que tengan menor impacto ambiental en las actividades que realizan, pero por principio de cuentas debemos empezar a revisar nuestro consumo doméstico, a manejar los residuos en nuestras viviendas y a generar menores cantidades, de esa manera contribuiríamos a reducir el pasivo ambiental que tenemos los laguneros con los residuos sólidos.
