Alejandro Rosas, historia que reconstruye el pasado
La historia fue su pasión desde niño. No la estudió profesionalmente, porque consideró que podía abordarla de manera autodidacta. A partir de los 19 años de edad ahondó en la investigación y colaboró en la editorial Clío, con Enrique Krauze. Avanzar en la vida como divulgador de la historia, le permitió percatarse que esta tiene varios matices.
“La historia no nada más se reducía a Juárez, a Hidalgo o a Cortés o a Villa, sino que había mucha vida cotidiana, historia de la vida cotidiana, historia de las empresas, historia de las cosas que podían ser curiosidades o cosas insólitas. Y estoy convencido, como tú, de que cada pedazo de historia es una pieza de rompecabezas que la vas uniendo para construir la historia nacional”.
El maestro Alejandro Rosas está el restaurante El Agave de Plaza Cuatro Caminos, para impartir la charla Torreón en la historia: Los secretos de Pancho Villa. Durante el día ha visitado el Museo de la Revolución y el Museo Arocena. Comenta que Torreón es clave para entender la Revolución mexicana y que la ciudad debería albergar un museo nacional que honre el legado de este movimiento armado.
Despejar el mito
Cuando Rosas aborda y desarrolla a un personaje histórico, le gusta pensar en los detalles, en las historias que no se conocen. Por ejemplo, cuando habla de Francisco Villa, enfatiza sus gustos por las motocicletas, en que era abstemio y tenía afición por las malteadas de fresa. El historiador recalca que estos detalles brindan humanidad a las imágenes colectivas de los personajes.
El eje de una historia son los personajes, pero con el paso del tiempo, la imaginación colectiva los rodea de mitos. La tarea del historiador es desmitificar, fijar con pruebas la realidad, aclarar el panorama, reconstruir el pasado, pero también omitir las llamadas “verdades históricas”.
“La verdad histórica no existe, porque es muy difícil reconstruir a un personaje al cien por ciento. Entonces, para desmitificar, hay que presentar evidencia, hechos, de tal modo que puedas demostrar que los mitos se construyeron, pero que son fácilmente de quitar. Por ejemplo, es muy curioso como mucha gente habla de que Villa, aquí en Torreón, tuvo que ver con la matanza de chinos (1911) y Villa, ni siquiera estaba aquí, estaba en Ciudad Juárez”.
Documentos, fotografías, libros, testimonios, son útiles para tener aproximación hacia lo que en verdad sucedió. Aunque Rosas señala que también existen mitos buenos, como los fundacionales; cita el mito azteca, cuando se fundó Tenochtitlán justo en el lugar donde se encontró a un águila devorando a una serpiente. No obstante, otros mitos son empleados como manipulación o con intenciones políticas. La historia debe servir para reconstruir, para entender a los personajes en su contexto y no juzgarlos. Aunque también la historia oral se filtra a través de las generaciones y el relato original sufre modificaciones con los años.
“La memoria es traicionera. En muchas ocasiones, la memoria no te va a permitir reconstruir al cien por ciento un acontecimiento. Entonces, cuando uno empieza a contar la historia, digamos de Pancho Villa, pon tú que quieres hacer su vida, pero solo puedes juntar diez documentos de 100. Obviamente, tienes que empezar a deducir, a inferir, a partir de los elementos que tienes, por eso la historia es interpretación, la historia no es un dogma de fe”.
Alejandro Rosas se considera un “médium de la historia”, pues a través de los documentos logra que personajes como Juárez, Villa, Madero o Cortés, vuelvan a hablar a pesar de haber abandonado el plano terrenal.
“Uno como historiador se convierte en un médium, entre lo que dejaron los protagonistas de la historia, que ahora están muertos, y lo que quieres contarle a la gente que está viva. Por eso digo que hablo con los muertos, porque me siento a leer sus documentos, su correspondencia, sus cartas, sus discursos y es como si ellos me estuvieran hablando. Y lo que hago es, de todo eso que me están contando, de lo que estoy leyendo, plasmarlo en un libro, en una conferencia o en una presentación para la gente. Por tal motivo digo que, a mucha honra, hablo con los muertos desde hace 33 años”.
Torreón y su valor histórico
Toda historia necesita un lugar para desarrollarse. Con casi 115 años de existencia, Torreón ha registrado importantes sucesos para la historia nacional, como lo fue la Revolución mexicana. Alejandro Rosas conoce bien esta vena histórica y la siente desde que baja del avión y pisa la ciudad.
“Aquí en Torreón tendría que estar el Museo de la Revolución, jefe de jefes. Es decir, el Museo de la Revolución que tienen está muy bien logrado, creo que la museografía está padre, pero para todo lo que significó Coahuila y lo que significó La Laguna en la Revolución mexicana, creo que aquí debería estar el Gran Museo Nacional de la Revolución Mexicana, con piezas, con fotografías. Pienso que tanto el gobierno federal, como el local, tendrían que invertir en un gran museo. En Saltillo está el Museo de los Presidentes de Coahuila, que han sido cinco, pero falta incluir las historias de Villa, la de los hermanos Aguirre Benavides, Carranza, hay muchísimo que contar. Aquí se siente la vibra totalmente revolucionaria. Cuando uno viene a La Laguna, piensas que en cualquier esquina podrías encontrarte a Pancho Villa”.
Sobre Francisco Villa, el motivo principal de su plática a los laguneros, comenta que su papel más importante en Torreón fue la toma de abril de 1914. Villa ya había tomado la ciudad en octubre de 1913, pero el historiador acentúa el asedio de un año después debido a que Villa ya avanzaba hacia el centro del país y, en junio de 1914, tomó Zacatecas.
“Es como el momento cumbre de la Revolución contra Huerta. Y aquí, en esta región, es donde finalmente Villa barre a los generales huertistas. Ya después, toda esta parte, cuando se vuelve bandolero o más bien forajido, después de la derrota de 1915, esa es otra historia. También, hay que decirlo, Villa tiene muchos claroscuros, esos hay que conocerlos”.
El maestro Rosas no gusta de referirse a héroes o villanos dentro de la historia, para él son protagonistas, grandes personajes. Los héroes pertenecen a las ficciones, mientras que los personajes históricos son llevados al límite y al caos.
“Creo que si no hubiera habido Revolución, ni Madero, ni Zapata, ni Villa, ni Obregón, hubieran surgido, porque ellos surgen gracias al caos y al límite que se está viviendo, son personalidades totalmente al límite”.