(RONALD WITTEK / EFE)
La presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, reconoció este lunes que la depreciación del euro "ha contribuido al aumento de las presiones inflacionistas" en la eurozona.
En una comparecencia ante la Comisión de Asuntos Económicos de la Eurocámara, la jefa del emisor del euro explicó que este factor se suma al aumento de los precios de la energía y los alimentos, factores "dominantes" de la inflación en general, que en agosto alcanzó una tasa interanual del 9.1 % en el área de la moneda única.
También contribuyen a la subida de precios los cuellos de botellas en las cadenas de suministros, pese a que se han "suavizado" y la recuperación de la demanda del sector servicios que "pone presión al alza sobre los precios", mientras que "es probable" que la fortaleza del mercado laboral y algunos medidas para compensar por la inflación empujen al alza los salarios.
Esta mañana el euro tocó un nuevo mínimo y llegó a cambiarse a 0.9551 dólares.
Si bien la mayoría de las proyecciones de inflación a largo plazo se sitúan en torno al objetivo del BCE del 2 %, "las señales de recientes revisiones por encima de este objetivo en algunos indicadores justifican un monitoreo continuado", aseguró Lagarde.
Las últimas proyecciones del BCE apuntan a que la inflación anual cerrará 2022 en el 8.1 % y bajará al 5.5 % el año próximo y al 2.3 % en 2024.
Sin embargo, la presidenta del BCE señaló que los riesgos para esta perspectiva son al alza y reflejan "sobre todo la posibilidad de mayores perturbaciones en los suministros de energía".
"Aunque estos factores de riesgo son los mismos para el crecimiento su efecto sería opuesto: aumentarían la inflación pero reducirían el crecimiento", dijo la exministra francesa ante los eruodiputados.
El BCE, recordó, prevé una ralentización "sustancial" del crecimiento en la eurozona en los próximos trimestres debido a la inflación, la pérdida del impulso que supuso la reapertura de la economía, la debilidad de la demanda global "también en el contexto de una política monetaria más dura en muchas grandes economías", así como la "alta incertidumbre".
La institución espera un crecimiento del PIB de la eurozona del 3.1 % en 2022, pero solo del 0.9 % en 2023, para remontar después al 1.9 % en 2024.
En este contexto, Lagarde reiteró que el BCE prevé volver a subir los tipos de interés en las proximas reuniones del Consejo de Gobierno tras haberlos incrementado en 50 puntos básicos en julio y en 75 puntos básicos este mes, hasta el 1.25 % tras haber estado en mínimos históricos durante años.
El objetivo es "enfriar la demanda" y evitar el riesgo de una subida persistente de las expectativas de inflación, dijo Lagarde, quien aseguró que sus decisiones dependerán de los datos que vayan recibido y la evolución de la perspectiva de inflación.
Lagarde llamó asimismo a los Gobiernos a apoyar su política monetaria con medidas fiscales, pero insistió en que estas deben ser "temporales" y "específicamente diseñadas para ayudar a los que están necesitados" y no ayudas generalizadas que puedan aumentar la inflación.
"Las medidas que son amplias y generalizadas sin distinción entre los beneficiarios (...) pueden producir una subida de precios que funcionara contra la política monetaria que desarrollamos", advirtió.