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Martin Kopf necesita gas natural para hacer funcionar la empresa de su familia, Zinkpower GmbH, que fabrica componentes de acero inoxidable en el oeste de Alemania.
Las instalaciones de Zinkpower en las afueras de Bonn utilizan gas para mantener 600 toneladas de zinc valuadas en 2.5 millones de dólares en estado fundido todos los días. De lo contrario, el metal se endurecerá y destrozará el tanque donde se sumergen las piezas de acero antes de que terminen en suspensiones de automóviles, edificios, paneles solares y turbinas eólicas.
Seis meses después de que Rusia invadiera Ucrania, las consecuencias plantean una amenaza devastadora para la economía mundial, incluidas empresas como Zinkpower, que emplea a dos mil 800 personas. El gas no solo es mucho más costoso, sino que podría no estar disponible si Rusia corta por completo el suministro a Europa para vengar las sanciones occidentales, o si las empresas de servicios públicos no pueden almacenar lo suficiente para el invierno.
Es posible que Alemania tenga que imponer un racionamiento de gas que podría paralizar las industrias, desde la fabricación de acero hasta los productos farmacéuticos y las lavanderías comerciales. Si cortan el gas, "todo mi equipo será destruido", dijo Kopf, quien también preside la asociación de empresas de galvanizado de zinc de Alemania.
Los gobiernos, empresas y familias están sintiendo los efectos económicos de la guerra apenas dos años después de que la pandemia del coronavirus devastara el comercio mundial.