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Aunque se espera una menor morbilidad y mortalidad, México entró en una fase acelerada de contagios de COVID-19, como parte de la quinta ola de la enfermedad, consideró Samuel Ponce de León, coordinador de la Comisión Universitaria para la Atención de la Emergencia del Coronavirus.
Durante la conferencia "¿Hacia dónde vamos con la quinta ola de contagio?", organizada por la UNAM, el experto precisó que esto no significa que no vaya a elevarse el número de hospitalizaciones y muertes, pero sí que habrá muchos casos de infección.
"En México, vale la pena recordar, tenemos situaciones complicadas. Una es la altísima prevalencia de diabetes que se acompaña de riesgos particulares y, el otro tema, que hay estudios que ligan un mayor riesgo de COVID-19 y de COVID-19 grave con altos niveles de contaminación atmosférica", advirtió.
El especialista de la UNAM indicó que aunque las nuevas variantes son más contagiosas resultan menos agresivas. No obstante, no se descarta la aparición de una variante más letal.
Alertó que, según los modelos matemáticos, el pico alcance su máximo nivel de transmisión para la tercera semana de julio.
"El escenario es factible en virtud de que en el mundo hay, por un lado, lugares donde hay una transmisión muy intensa", detalló.
"Actualmente en Asia Corea del Norte y China tienen focos de transmisión intensa, pero el hecho es que está habiendo transmisión en todo el mundo y que hay poblaciones muy grandes de pacientes inmunosuprimidos, que mantienen la infección por periodos muy largos, donde pueden ocurrir cambios en el genoma de la variante que permitieran tener una variante mucho más complicada".
Mauricio Rodríguez, académico de la Facultad de Medicina de la UNAM, indicó que actualmente a nivel nacional la positividad es de 54 por ciento, es decir, prácticamente una de cada dos pruebas que se realizan son positivas.
"La Ciudad de México está cerca de la media, con 53.4 por ciento, pero hay entidades como Quintana Roo, Chihuahua y Yucatán donde más de ocho de cada 10 pruebas que se hacen son positivas", señaló.
Advirtió que ante un incremento súbito de los casos hay un aumento en la demanda de los servicios de consulta externa y de servicios de laboratorio de diagnóstico y esto desplaza a las otras enfermedades que requieren consultas y diagnósticos.
Además, provoca un consumo de medicamentos que en el mejor de los casos será contra el dolor y la fiebre.
"Pero lo que hemos visto, y la experiencia lo sigue demostrando, es que hay un uso excesivo de antibióticos. Se usa mucha azitromicina, ivermectina y medicamentos potencialmente tóxicos que no se deberían usar", alertó Rodríguez.
"Esto nos puede estar poniendo en un escenario de difícil control, porque siguen escapándose de la respuesta inmune y poniendo muchos casos".