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En el debate sobre una solución dialogada a la guerra provocada por la invasión rusa de Ucrania hace tres semanas, surge una y otra vez la opción de que Ucrania se declare militarmente neutral para satisfacer a Moscú.
Kiev parece insistir en un tipo de neutralidad propia, con garantías de seguridad de otras potencias, o sea, que se inspire en las de otros países europeos, como Austria, Suecia o Finlandia.
A continuación, los detalles de la neutralidad de esos tres países miembros de la Unión Europea (UE).
AUSTRIA
La "neutralidad perpetua" de Austria, inscrita en su Constitución, le prohíbe la participación en una guerra, acoger tropas extranjeras en su territorio o ingresar en un pacto militar.
Si bien tiene ejército propio, la neutralidad de Austria es únicamente militar, pero no jurídica ni política.
Ese estatus tiene sus orígenes en 1955, cuando se firmó el Tratado de Estado por el que Austria, derrotada junto a la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial y ocupada desde 1945 por las tropas aliadas (EUA, la Unión Soviética, Reino Unido y Francia), recuperó su independencia.
En medio de la incipiente Guerra Fría, la neutralidad fue la condición que exigió sobre todo Moscú para sacar a sus tropas del país y solo accedió a hacerlo tras la muerte del líder soviético Josef Stalin en 1953.
La neutralidad de Austria fue anunciada a la comunidad internacional, pero no está garantizada por ella; es decir, no se basa en un tratado internacional, sino en una declaración unilateral, el llamado Memorándum de Moscú.
En ese documento, Austria se comprometió a declararse militarmente neutral por voluntad propia tras la retirada de las tropas de ocupación.
A cambio, la Unión Soviética (URSS) prometió firmar el Tratado de Estado, lo que ocurrió exactamente un mes después.
Austria logró dejar claro en el texto que será neutral solo en caso de guerra, pero no en su posicionamiento político.
Desde entonces, la neutralidad ha sido un elemento fundamental de la política exterior de Austria, aunque con su entrada en la UE en 1995 ha quedado un tanto reducida.
Austria participa en la Política Exterior y de Seguridad Común de los Veintisiete y desde 1994 integra la Asociación para la Paz de la OTAN.
Según los sondeos, una amplia mayoría de la población austríaca quiere mantener la neutralidad.
FINLANDIA
La tradicional línea de neutralidad y no alineamiento no tiene su origen en una decisión libre de sus gobernantes, como en Suecia, sino en su imposición por parte de la URSS, con la que perdió dos guerras consecutivas entre 1939 y 1944.
Además de verse obligada a ceder una décima parte de su territorio y pagar cuantiosas indemnizaciones de guerra a Moscú, tuvo que firmar el llamado Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua en 1948.
Este tratado, vigente hasta 1992, obligaba a Finlandia a repeler cualquier ataque militar a la Unión Soviética a través de su territorio.
Además, le impuso una neutralidad en política internacional, estrechamente supervisada por el Kremlin, a cambio de mantener su independencia.
Este fenómeno, conocido como "finlandización", estuvo vigente hasta 1992, cuando la disolución de la URSS permitió a Finlandia liberarse de la tutela rusa e integrarse formalmente en Occidente, lo que culminó con su entrada en la UE en 1995.
Al igual que Suecia, Finlandia ha mantenido sobre el papel su postura de no alineamiento, aunque coopera con la OTAN, con la que ha realizado numerosas maniobras militares y participado en misiones de paz auspiciadas por la ONU.
Igual que Suecia, acordó suministrar armamento a Ucrania para defenderse de la invasión rusa, haciendo una excepción en su política de neutralidad al enviar armas letales a un país en guerra por primera vez en su historia.
SUECIA
La neutralidad sueca tiene sus orígenes a comienzos del siglo XIX, tras las Guerras Napoleónicas y la pérdida de Finlandia, y ha caracterizado su política exterior durante dos siglos, aunque no está incluida en su Constitución.
Suecia fue neutral durante las dos guerras mundiales y conservó una política oficial de no alineación frente a las dos grandes potencias, Estados Unidos y la URSS.
El fin de la Guerra Fría provocó un cambio en la línea de Suecia, que en 1994 suscribió la iniciativa Asociación por la Paz de la OTAN y, posteriormente, ingresó en la UE.
Desde entonces, ha estrechado progresivamente su relación con la Alianza y ha firmado tratados de defensa mutua con otros países nórdicos y de la UE, poniendo en cuestión su neutralidad.
Así, ha enviado contingentes militares a misiones internacionales encabezadas por la OTAN como las de Bosnia, Kosovo, Afganistán y Libia.
El Parlamento sueco impulsó hace seis años un cambio legal para permitir el despliegue de tropas extranjeras en su territorio, tras la anexión rusa de Crimea.
Al año siguiente, Suecia acogió las mayores maniobras militares en 24 años, en las que por primera vez países de la Alianza, incluido EUA, desplegaron tropas en su territorio.
La teórica neutralidad sueca se ha visto comprometida por el reciente envío de armamento a Ucrania, rompiendo una tradición de no intervenir en países en conflicto.