(CORTESÍA)
El deceso del poeta David Huerta, ocurrido durante la mañana de este lunes 3 de octubre, tomó por sorpresa a la comunidad literaria y cultural de México. La causa fue una insuficiencia renal que frenó su escritura a escasos cinco días de cumplir 73 años de edad.
El deceso fue confirmado por su esposa, la escritora Mónica Murguía. Sus restos se trasladaron desde la tarde-noche de este lunes a la Funeraria Gayosso Félix Cuevas, en la colonia Del Vale de Ciudad de México, para su velación. La noticia estremeció. De inmediato, literatos e instituciones expresaron sus condolencias a través de redes sociales.
“El mundo es una mancha en el espejo. Se ha ido el inmenso David Huerta, tan querido y admirado. Nos queda su poesía y su recuerdo. Levedad y paz en su camino”, escribió en Facebook el escritor y poeta coahuilense Luis Jorge Boone, citando el verso inicial del poema de largo aliento Incurable (Ediciones Era, 1987).
“Lamento profundamente el fallecimiento de David Huerta, uno de los escritores más destacados de las últimas décadas. Mi pésame a Verónica, su familia y amigos. Maestro, gracias por la poesía”, escribió en Twitter Alejandra Frausto, titular de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.
David Huerta nació el 8 de octubre de 1949, en Ciudad de México. Fue hijo del reconocido poeta Efraín Huerta. Por lo tanto, en su escritura tuvo la herencia de un sentir poético, adecuado a una visión propia, de rasgos forjados entre la tradición y la vanguardia, con una capacidad de crear imágenes, no visuales, sino hechas de palabras.
La poesía, solía decir, tiene su objetivo en combatir la pobreza del pensamiento y en conservar la memoria de las naciones, tribus o comunidades. De igual forma, consideraba al acto poético como herramienta para aprender vivir en la soledad de la mente humana. Símil al pensamiento de Xavier Villaurrutia, “la poesía es una verdad inventada”.
Entre otros reconocimientos, obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia (2005), el Premio Iberoamericano de Poesía para Obra Publicada Carlos Pellicer (2008), Premio Nacional de Ciencias y Artes (2015), el Premio Excelencia en Letras José Emilio Pacheco (2018), el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (2019) y, además, en 2016 fue reconocido como creador emérito del Sistema Nacional de Creadores.
Sus versos son reconocidos por la vigencia de su obra, sobre todo por Incurable, un largo poema de casi 400 páginas, almacén de palabras, donde la conversación con la poesía es un gran viaje. “Un fuego insaciable de recuperación”.
Otras de sus obras son El jardín de la luz (UNAM, 1972), El espejo del cuerpo (UNAM, 1980), La música de lo que pasa (Conaculta, 1991), La sombra de los perros (Era, 2002), Canciones de la vida común (Ediciones K, 2009), entre otros.
Respecto a la muerte, uno de sus poemas favoritos era Muerte sin fin, de José Gorostiza. Como anécdota cabe recordar que, cuando su padre, Efraín Huerta, murió en 1982, David recitó ante su tumba el poema “Bocetos para un testamento”.
El poeta en La Laguna
David Huerta tuvo varias visitas a la Comarca Lagunera. Por ejemplo, el 24 de febrero de 1987, el poeta impartió una charla literaria en el Museo de Arte Moderno, ubicado al interior de la Casa de la Cultura de Gómez Palacio. En esa ocasión, también visitó la Casa de la Cultura de Ciudad Lerdo.
Años más tarde, del 5 al 7 de marzo de 1997, impartió un curso gratuito de literatura contemporánea en el Teatro Isauro Martínez (TIM), curso al que tituló “Canon literario”. Su presencia en Torreón arrojó gran cátedra en el tema.
“Dentro de las preguntas que surgen al seleccionar nuestro canon, se encuentran las que pueden surgir en cualquier plática de café, como la siguiente: Si uno estuviera en una isla desierta y hubiera podido solo llevar tres libros, ¿cuáles serían los escogidos?”, refirió el poeta en aquella ocasión.
