El ingreso per cápita promedio de México es la mitad del de España, pero el ingreso del 10 por ciento más rico de México es similar al del 10 por ciento más rico español, ya que el primero concentra el 57 por ciento del ingreso total, frente a España, donde se queda con el 34 por ciento. En el otro extremo, el 50 por ciento más pobre de los mexicanos tiene solo un cuarto del ingreso del español en ese segmento. Se quedan con el 8.4 por ciento del ingreso total del país, frente al 21 por ciento en España. Son datos para el 2021 del World Inequality Report 2022.
Casi todos los países de América Latina tienen una distribución del ingreso tan extrema como la nuestra. Por ello, periódicamente ganan elecciones quienes prometen repartir mejor la riqueza. El último es Gustavo Petro en Colombia. Ninguno lo ha logrado de forma sostenida. Bueno, solo a costa de empobrecer severamente a la población, como en Venezuela.
La desigualdad en México ha sido alta a lo largo de nuestra historia y fuente de inestabilidad política y social. El PRI logró manejarla políticamente por décadas a partir de un sistema corporativo que, a través de sindicatos y organizaciones campesinas y populares, les daba algunos beneficios a los grupos más pobres a cambio de lealtad política. El reparto de tierras, por ejemplo, dotó de tierra a millones de mexicanos, aunque sin afectar la dinámica de desigualdad de los ingresos en el país. A pesar de sus bajos ingresos, seguían votando por el PRI. En las elecciones del 2000, el candidato priista, Francisco Labastida, obtuvo 3.6 millones de votos rurales frente a los 1.8 de Vicente Fox.
La victoria de AMLO en el 2018 se da en un contexto de mediocre crecimiento económico, inseguridad y alta corrupción de la clase política. La sed de mayor justicia fue hábilmente capturada por el único candidato que se había opuesto al Pacto por México.
En diversos actos de campaña, AMLO prometió mayor crecimiento, disminuir la desigualdad y apoyar a los más pobres. Si bien el gobierno reparte dinero con programas como la pensión universal -que se entregan a nombre de AMLO-, los pobres no reciben mucho más que eso y muchos de los más pobres ni siquiera eso, pues el gasto no está focalizado y la capacidad del Estado para resolver necesidades sociales, desde proveer servicios de salud, hasta apoyar a madres que trabajan, se ha erosionado seriamente. Si España es menos desigual que México es porque tiene un Estado capaz de transferir recursos focalizados y proveer servicios públicos de calidad.
El gran mérito de este gobierno, frente a otros con discursos similares, ha sido mantener la estabilidad macroeconómica. Su capacidad de cobrar impuestos y de contener ciertos gastos públicos es notable. Pero muchos de los recortes han sido a costa de sacrificar servicios fundamentales, como el de salud, de por sí mal administrado. Todo para poder financiar las obras de AMLO.
Las malas decisiones del arranque de sexenio costarán cada vez más. No se resuelven haciendo pública una acusación contra Peña Nieto. Viene la temporada de rescate a entidades en quiebra, desde la empresa encargada de supuestamente proveer internet para todos, Altán Redes, hasta los miles de millones de capital enterrados en el AIFA y en la recién "inaugurada" Dos Bocas. Ese capital invertido, lejos de dar dinero al gobierno, requerirá recursos adicionales para poderlos terminar, así como para su operación y mantenimiento.
Morena no ha cumplido con su promesa de hacer un país más equitativo. Pero AMLO es un maestro para hablar en nombre de los más pobres. No viven en general mejor, pero muchos se sienten mejor representados y algo de bienestar les da ver a las clases medias y altas tan descontentas. La falta de crecimiento ha llevado a tener más pobres y, si como dice AMLO, los ricos no han perdido, hoy tenemos un país todavía más desigual que antes de su llegada al poder.
@carloselizondoms
ÁTICO
Morena no ha cumplido con su promesa de hacer un país más equitativo. Pero AMLO es un maestro para hablar en nombre de los más pobres.
