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A la ciudadania

El camino a la escasez de agua

MANUEL VALENCIA CASTRO

En días pasados me dirigía hacia el norte por una calle tranquila de poco tráfico de una colonia elegante de Torreón, frente a mí por una de las calles perpendiculares se paseaba pausadamente una pipa, me llamó la atención que se trataba de un vehículo bien portado que lucía muy buenas condiciones y además de muy limpia, a tal grado que no contrastaba con las espléndidas fachadas de las casas ni de sus bellísimos jardines.

Las pipas repartidoras de agua son un elemento más del paisaje urbano de las colonias periféricas y de los nuevos fraccionamientos, así como de algunas zonas rurales. Tienen la importante función de llevar el vital líquido a donde la escasez ya se hizo presente (la escasez de agua significa la falta de suficientes recursos hídricos para satisfacer las demandas de consumo en una región).

El encuentro con la pipa repartidora de agua en la colonia elegante fue para mí una muy mala noticia, porque es indicativo de que la escasez está ganando terreno y de que incluso se puede ya aseverar que se encuentra en la mayor parte del territorio torreonense y de otros municipios de la Comarca Lagunera. Pero más allá de las malas noticias, tuve una visión apocalíptica sin final: La Laguna sin agua.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Cuando empezamos a dudar de la calidad del agua entubada que nos proporcionaban los sistemas operadores y empezamos a leer que dicha agua contenía elevadas concentraciones de arsénico que ya estaba ocasionando problemas de salud como el cáncer de piel, entre muchos otros padecimientos, principalmente en las áreas rurales, dimos el primer paso: nos convertimos en "botellamanos", quienes tenían la posibilidad empezaron a comprar agua embotellada, primero fueron los botellones de 20 litros usados en las casas y oficinas, luego vinieron las botellitas de un cuarto, de un medio y un litro que se hicieron populares en eventos y reuniones e incluso se convirtieron en un símbolo de estatus y de moda, pues se veían las botellas en las bolsas del gym , de la alberca o en el atuendo del diario. Y fue en esta etapa que se da inicio a una de las formas más temibles de contaminación por plásticos (PET), que es otra historia de la que luego comentaremos.

Es importante destacar que la "botella manía" se basaba más en la incertidumbre que en datos duros, pues se desconocía el contenido de arsénico en el agua que llegaba hasta nuestras casas. Sin embargo, fue la iniciativa épica de una ama de casa y académica de la Universidad Iberoamericana, que por su cuenta y con sus propios recursos tomó muestras del agua de su casa y las llevó a un laboratorio certificado para su análisis químico, en particular el arsénico.

Los datos de arsénico encontrados fueron alarmantes superaban hasta por tres veces a la norma que en ese momento era de 25 microgramos por litro de agua. fue el gatillo que desencadenó la primera crisis urbana que se intentó resolver con los filtros a pie de pozo, que como sabemos no tuvieron la eficacia esperada pues muy pronto dejaron de funcionar por falta de mantenimiento. Y que ahora ante una crisis generalizada de empeoramiento de la calidad del agua en la zona metropolitana, se vuelven a retomar en Torreón para amortiguar el problema de escasez debido a la contaminación del agua.

Lo que está ocurriendo ahora en el sector urbano se presentó primero en las zonas rurales, donde la crisis ocasionó graves problemas de salud pública que han sido documentados por las facultades de medicina de la Universidad Juárez del Estado de Durango y de la Universidad Autónoma de Coahuila. Gracias a la actividad también valiente de los científicos de dichas universidades pudimos darnos cuenta de lo aterrador que pueden ser los impactos sobre la salud de las personas que consumen agua envenenada con arsénico.

En este último contexto se muestra como una solución real la otra faceta de los botellones, me refiero a dotar a las zonas rurales más afectadas de casas de agua con filtros de osmosis inversa que sea manejada tal y como se hace en la zona urbana, aunque a menor costo, el primer caso de esta alternativa fue inaugurada recientemente en el Ejido Lequeitio de Francisco I. Madero, Coahuila: se trata del proyecto comunitario Potabilizadora Casa de Agua "Pedro Simón".

De aquí en adelante la necesidad de filtrar agua para la Población deberá considerar la modificación de la NOM-127 que indica primero bajar a 10 microgramos de arsénico por litro en Torreón en un año, Gómez y Lerdo en tres años y Chávez, San Pedro, Tlahualilo y Viesca, en seis años. Extraña, rara e indolente estratificación, pues todos sabemos que en los municipios rurales mencionados el problema es gravísimo, al grado de hacerse necesario un centro epidemiológico para dar seguimiento a los impactos del arsénico en el agua sobre la salud pública.

Pero la escasez de agua debido al mal uso de la misma, me refiero a la multicitada sobreexplotación que han hecho de los mantos acuíferos el binomio forraje-leche, no sólo ha afectado la calidad de la bendita agua, también ha reducido la cantidad de agua disponible. En otras palabras, si no hay agua, corremos el riesgo como Monterrey de quedarnos sin agua. Por eso la gestión del agua ahora será a través de las pipas, hasta que las autoridades decidan actuar sobre los depredadores del agua y se den prisa con el Proyecto de Agua Saludable que resolverá temporalmente el problema, pero que podría enfrentarse a una sequía severa como la que actualmente se presenta en el 80% del territorio nacional, dejándola en el terreno de la ineficacia.

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