s necesario verificar de forma obligatoria el buen estado de los vehículos? Sin duda. No hacerlo causa muertes de inocentes por accidentes evitables y contaminación excesiva. ¿Fue un error político que la Secretaría de Economía lo propusiera? Sin duda, pues la titular, Tatiana Clouthier, no lo consultó con su jefe.
AMLO está en desacuerdo con esas verificaciones. Rompe el pacto con sus bases. AMLO no sólo habla en nombre de ellos, sino que evita afectarlos con requisitos tecnocráticamente correctos y necesarios, pero considerados injustos al afectar más a los pobres. El automóvil más nuevo pasa la inspección; la carcacha, no, y sólo le generará al dueño molestia y costos; "no vamos a estar bolseando a la gente", dijo AMLO.
La regulación a los grandes empresarios es otra cosa y, si les cuesta, no importa, como con el cambio del etiquetado nutricional. Pero no afecta a las fritangas callejeras, cuyo producto puede no cumplir ni con los estándares mínimos de higiene y sanidad. Nadie los supervisa.
Lo ideal sería tener un Estado competente capaz de regular de forma inteligente y honesta, pero ante la corrupción y la simulación, la solución de AMLO es pragmática y fácil: retirar al Estado. No cree en muchos de los servicios provistos por el gobierno, llámense guarderías, refugios para mujeres o escuelas de tiempo completo.
Salvo en materia energética, AMLO le tiene poca confianza al aparato burocrático, y por eso distribuye directamente todo apoyo. Nada de programas focalizados en los cuales, como condición para recibir el dinero, los beneficiados deben mandar al hijo o hija a la escuela o al centro de salud. Técnicamente es correcto promover comportamientos que beneficien a los niños, pero el ciudadano, AMLO lo sabe, prefiere recibir dinero sin condiciones, sobre todo los hombres, ya que los antiguos programas focalizados, hoy extintos, dirigían los recursos a las jefas de familia.
A AMLO le ha redituado políticamente este pacto, pero está basado en apoyar más a la informalidad, la cual, como ha mostrado Santiago Levy, explica en buena medida nuestro bajo crecimiento económico. Los informales, el 56 por ciento de los trabajadores, tienen una baja productividad por estar en unidades económicas pequeñas.
Los mexicanos trabajan más que cualquier otro país de la OCDE: 48 horas semanales, empatado con Colombia. En Francia, a pesar de trabajar en promedio 35 horas semanales, alcanzaron en 2020 un PIB per cápita de 38,625 dólares, casi 5 veces mayor que el mexicano, por ser más productivos.
Estamos atrapados en el sótano. Entre los mismos países, México es el penúltimo lugar en competencias de lectura y matemáticas. ¿Cómo ser productivo en el mundo digital así?
El nuevo modelo educativo va explícitamente en contra de medir si los estudiantes aprenden a leer o a hacer operaciones aritméticas. Eso llevó a "una época [...] en donde los rankings, las evaluaciones, los diagnósticos se diseñaron para promover una ética laboral que justifica la desigualdad y los abusos que vivimos", según palabras de Marx Arriaga, director general de Materiales Educativos de la SEP, el 2 de febrero.
Si la economía no crece y no genera suficientes trabajos formales bien remunerados, la poca o mala educación no importa tanto. Este martes, durante la presentación del Índice de Competitividad Estatal del IMCO, Santiago Levy mostró que la brecha entre un trabajador con educación básica frente a uno con educación superior se ha reducido durante los últimos 30 años. Paga menos estudiar.
Es tan poderoso ese pacto que ha aguantado no haberles cumplido con sus principales promesas, como pacificar el país o disminuir la pobreza. Funciona políticamente, pero ha llevado al estancamiento económico con una salvedad: han subido los salarios reales. Veremos si esto es sostenible con la inflación actual.
@carloselizondom
ÁTICO
A AMLO le reditúa políticamente dar apoyos directos, pero apoya la informalidad.
