El jueves, más de 3,000 bomberos combatían los incendios en Arizona y Nuevo México. (ARCHIVO)
Miles de bomberos seguían frenando el avance de los destructivos incendios forestales en el suroeste de Estados Unidos, pero los funcionarios advirtieron que se preparaban para que el viernes regresaran las mismas condiciones peligrosas que propagaron las llamas avivadas por los vientos hace una semana.
Las llamas han destruido al menos 166 hogares en un condado rural en el noreste de Nuevo México desde que el incendio más grande actualmente activo en Estados Unidos comenzó a extenderse por pequeños pueblos al este y oeste de Santa Fe el 22 de abril, informó el jefe de policía local.
Vientos con ráfagas de hasta 80 kilómetros por hora (50 millas por hora) estaban pronosticados para el viernes en la región afectada por la sequía. Un experto indicó que es una receta para el desastre en tierras vírgenes en donde árboles tienen una humedad menor que madera secada al horno.
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Las autoridades trabajaron en el lugar para combatir las llamas“Mañana será un fuego muy, muy peligroso”, dijo el especialista en comportamiento de incendios Stewart Turner en una sesión informativa del jueves al borde del bosque nacional Santa Fe en Las Vegas, Nuevo México.
“Como lo vimos el viernes pasado, un comportamiento de incendio épico”, comentó. “Es un día en que como bomberos, lo escribiremos, leeremos estudios sobre él. Será un gran día de incendio”.
Se anticipa que una franja del país desde Arizona hasta el extremo norte de Texas sea la más afectada por el regreso de un clima desfavorable para combatir incendios que ha provocado fuegos inusualmente calientes y rápidos para esta época del año, advirtieron los pronósticos.
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Por espacio de media hora los bomberos trabajaron en el áreaAlertas extremas para el severo peligro de incendios estaban vigentes el jueves en todo Nuevo México, partes de Arizona, Nevada, Colorado, Texas, Oklahoma y Nebraska.
El jueves, más de 3,000 bomberos combatían los incendios en Arizona y Nuevo México — aproximadamente la mitad de ellos en Nuevo México, en donde más de 484 kilómetros cuadrados (187 millas cuadradas.), en su mayoría de árboles y maleza, han quedado calcinados.