EDITORIAL Columnas editorial Enríquez Caricatura editorial

Columna

Ibero transforma

LA MEMORIA DE MI MADRE

FLOR A. VARGAS CORTÉS

En su juventud, mi mamá tuvo una memoria prodigiosa, no sólo fue buena estudiante, sino también brillante en su trabajo, laboral y en la casa. Esta cualidad la acompañó durante gran parte de su vida, a pesar de haber dejado su etapa laboral en cuanto nació mi hermano mayor. Así se estilaba en la primera mitad del siglo pasado.

Fechas de cumpleaños, aniversarios, lugares, direcciones, teléfonos, contenidos académicos desde su primaria hasta la universidad, de todo se acordaba y de todo sabía. Era como una enciclopedia andando, y si algo no lo sabía, de alguna manera se las ingeniaba para guiarnos durante nuestras etapas escolares.

¿Quién podría pensar que esa memoria extraordinaria un día comenzara a deteriorarse abruptamente? Encontrar objetos de la alacena en la vitrina, del refrigerador en la alacena, objetos de valor en la basura, que cada vez fueran menos los cubiertos para la mesa, en fin, anomalías que sólo ocurren cuando una mente deja de tener la funcionalidad de antes.

Sentirse desorientada y verla llorar angustiada porque no sabe ni dónde está o qué estaba haciendo, son de los episodios más tristes porque ella se daba cuenta que iba su capacidad de recordar, porque la lucidez no se fue de un día para otro, ha sido tortuoso el camino que hoy la tiene viva, pero con muchas lagunas, particularmente de hechos recientes.

Y es que no somos tan conscientes de que el tiempo pasa y dependiendo de la forma en que cuidamos nuestra salud (en todos sentidos), será una posible pauta para la vida que tendremos cuando lleguemos a la vejez.

México y Latinoamérica tienen un gran reto para las siguientes décadas, pues para el 2050 se espera que, aproximadamente, una tercera parte de la población seamos adultos mayores, pero además muy longevos. ¿En qué condiciones? ¿Cuántos de nosotros podremos decir que viviremos exitosamente la eventual última etapa de nuestra existencia?

El deterioro cognitivo es algo que pocas veces prestamos atención, y puede ser tan o más incapacitante que enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión, pues dejar de ser quienes hemos sido para convertirnos en alguien que necesita ayuda para vivir, sin estar conectado a algún aparato, es ir perdiendo, tristemente, nuestra autonomía.

Ella aún no ha muerto, sin embargo, a veces sus ojos miran hacia un infinito donde no sabemos qué ve, qué oye y qué vive.

Cuidemos a nuestros viejos y preparémonos para serlo, de la mejor manera que en este momento podamos. Vivir plenamente requiere entereza y decisión para no ser presos de la serie de trampas que vamos teniendo a lo largo de nuestras vidas.

[email protected]

Leer más de EDITORIAL

Escrito en: Ibero transforma

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

TE PUEDE INTERESAR

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 2145167

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx