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El Gobierno japonés aprobó este martes un nuevo presupuesto suplementario de 29.1 billones de yenes (unos 198 mil millones de euros), integrado dentro de un extenso paquete económico destinado a mitigar la subida de los precios en el país.
La mayor parte de estos fondos se cubrirán con la emisión de bonos, por un valor aproximado de 22.8 billones de yenes (155 mil 200 millones de euros), pese a que la deuda estatal nipona es ya más del doble del tamaño de su economía, postergando su saneamiento fiscal en pos de mitigar el impacto de la inflación.
Uno de los puntos clave del paquete económico es reducir las facturas de servicios básicos como la electricidad y el gas tanto en los hogares como en las empresas, donde el encarecimiento energético y de materias primas se ha exacerbado por la debilidad del yen.
En este sentido, el Gobierno japonés subvencionará una parte del consumo para que los hogares nipones ahorren alrededor de 45 mil yenes (unos 310 euros) entre el próximo enero y septiembre, y continuará temporalmente con los subsidios a los combustibles que ya aplica desde hace unos meses.
El presupuesto extra que recibió hoy el visto bueno del Gabinete japonés forma parte de los gastos públicos por valor de 39 billones de yenes (unos 265 mil 500 millones de euros) que el Gobierno central y los locales destinarán para combatir el incremento de la inflación, y cuya parte restante se extraerá de fondos reservados y otros.
Japón está poniendo el foco en ayudas energéticas debido a la alta dependencia del país de estas importaciones para cubrir sus necesidades internas y en medio del encarecimiento de la energía en el actual contexto de recuperación de la pandemia de COVID-19 y el aumento de las tensiones geopolíticas.
La Administración del primer ministro, Fumio Kishida, tiene previsto presentar el presupuesto complementario al parlamento a mediados de noviembre, con el objetivo de que se apruebe antes del cierre a principios de diciembre de la sesión parlamentaria actual.
Kishida, que afronta unos índices de apoyo decrecientes en medio de la subida global de precios, la lenta recuperación económica nacional tras su retardada apertura fronteriza y la controversia por los lazos de miembros de su partido y la polémica organización religiosa de la Iglesia de la Unificación, se está centrando en intentar paliar el impacto de la inflación en los hogares japoneses.
Los precios subieron un 3 % interanual en septiembre en Japón, un incremento inferior al experimentado en otras grandes potencias, pero significativo a nivel nacional si se tiene en cuenta que fue su mayor ritmo desde septiembre de 2014, años en el que el país acometió una subida del impuesto sobre el valor añadido (IVA).