Las elecciones para gobernadores en tres estados de la República pondrán una vez más a la <
Lo mismo ha de decirse de lo que haga la ciudanía enfrentada al abusivo proceso etiquetado como "revocación de mandato" programado para el 10 de abril de este año .
En un país como el nuestro en que en tiempos del PRI la sociedad se habituó a una tradición electoral construída de crudas compras de votos, urnas rellenadas, mecanismos manipulados, resultados alterados pero confirmados. Nuevas formas de operación electoral presentan una problemática distinta pero sin mejorar mucho el estado de cosas.
En efecto, hoy en día la generosidad del gobierno de Morena que distribuye dinero a un número cada vez más amplio de la población tiene éxito en comprometer el voto popular que, agradecido o negligente, entrega su sufragio al partido oficial. Ante este hecho la Democracia consciente no tiene esperanza alguna de valer. Las elecciones son simples reafirmaciones de incuria cívica.
La cuestión tiene que ver con necesidad, ignorancia, sumisión, miedo o resignación. Una Democracia que no opera exhibe la ineficiencia del gobierno y a su hermana la corrupción y de paso destrozalos presupuestos públicos.
La cuestión no termina. El electorado quiere soluciones concretas a sus problemas diarias que la Democracia puede dar si hay respeto firme, exigente, y no lírico a la autoridad. Sin ello no funciona una buena relación pueblo y gobierno.
Hoy sobran países de toda índole donde la mano dura, no democrática, rinde seguridad, trabajo y educación. En ellos el pueblo sacrifica decidir en asuntos que inciden en sus libertades más preciadas, pero cuentan con funcionarios con sentido práctico y de férrea ejecución.
¿Estamos en México ante tal dilema? La actuación del presidente López Obrador en los primeros tres años de su gobierno se aleja de las dos alternativas. Su cercanía a "los pobres" deja un aumento en su número no atribuible al mero crecimiento demográfico. El aumento en Las remesas de compatriotas en los Estados Unidos rescata a la pobreza general. La desatención a servicios sociales, de salud y educativos es patente, y no por la pandemia. El aumento en precios y la mayor inflación rebasa lo previsto.
Por otra parte, ni la economía ni las finanzas públicas van bien. La exportación principal la realizan grandes empresas internacionales mientras las pequeñas y medianas empresas no tienen el respaldo de una banca de fomento suficiente. La importante salida de capitales está registrada y la deuda exterior ha aumentado a ritmo superior a la de administraciones anteriores. La importación no se ha contrarrestado con mayor producción de artículos intermedios lo que resta creación de empleos. Los requerimientos de las obras de infraestructura muy conocidas han drenado los recursos de vitales instituciones sociales como guarderías o el INE.
Los índices de desarrollo venían decreciendo desde antes de la pandemia y la actividad general está cada vez más atada a decisiones norteamericanas. Nada decir del lamentable descontrol en la lucha contra tráficos ilegales de toda índole y aumentos en mortandades por crímen organizado.
La sucinta reseña anterior sintetiza el producto neto de las elecciones presidencial de 2018 y de las recientes legislativas y de gobernadores en las que se ha consolidado, con pocas excepciones, las muy insistentes propuestas de izquierda de Morena. Las elecciones han sido, en general, democráticas; los partidos de oposición, no son mayoría a escala nacional. Pero la insatisfacción popular se expresa constantemente en protestas en toda la república contra la gestión de autoridades en los tres rangos de gobierno.
La pregunta de ninguna manera atribuye virtudes para dictaduras, mucho menos a favor de las de inutiles ideologías de las izquierdas extremistas. Por el contrario. Se trata de hacer notar la confirmada ineficiencia de sistemas electorales, pretendidamente democráticos, como la mayoría de los occidentales, cuando se trata de resolver problemas sociales enquistados como desigualdad económica o discriminaciones de todo tipo que en las democracias no ceden.
Algunos regímenes dictatoriales en Asia o Europa Central se jactan de no requerir más que un solo partido oficial para atender las demandas populares cotidianas. Declaran que la orientación ideológica está dada desde lo alto. El ciudadano tiene trazado su lugar en la sociedad, la de obedecer. La opción liberal solo engendra confusión e injusticias.
Nuestro México lleva ya tres años de decisiones centradas en una persona que, como en otros países, afirma mandar obedeciendo al pueblo…. Un pueblo, empero, al votar, no exige con valentía democrática que lo respeten. Por esta razón decimos que aquí la Democracia estará una vez más a prueba.