Cuando todos lo daban por muerto el presidente de la junta de coordinación política del Senado ha obtenido una victoria que exhibe una notable capacidad de operación política, aunque también una muy deficiente por parte de sus adversarios internos.
El triunfo monrealista, por pasajero que pueda ser, no deja de sorprender. Ni con el presidente dándole la espalda ni con la Secretaría de Gobernación operándole en contra pudieron vencerlo.
En contraste, desde Palacio Nacional y Gobernación hubo una actuación tardía y deficiente a favor de Higinio Martínez, como lo reconocen en privado senadores de Morena y la oposición.
Penalizar a Monreal, haciéndole un vacío a toda la bancada -con cuatro secretarios ausentes de la plenaria morenista, además del presidente del partido, Mario Delgado- resultó contraproducente.
El tiro les salió por la culata porque se sumó al agravio que ya algunos senadores vienen sintiendo ante el trato que aparentemente se les da desde el gobierno, y terminaron por cerrar filas con el líder de una bancada que, pese a todo, ha sabido ganárselos.
El voto duro de Monreal entre los senadores de Morena es de unos 15 o 20 legisladores. Sin embargo, en la votación interna Armenta obtuvo 36 sufragios, contra los 28 de Higinio.
De esos ocho votos de diferencia, al menos cuatro habrían venido de simpatizantes de Marcelo Ebrard -Malú Micher, Bertha Caraveo, Daniel Gutiérrez y Rafael Espino-, quien tiene un acuerdo político con Monreal para restarle peso político a Sheinbaum.
En clave sucesoria, si Armenta era la ficha monrealista, Higinio era la de Sheinbaum, que tristemente aparece aquí como la principal derrotada, como un perfil sin operadores políticos suficientemente truchos en la política real. Hoy no es claro qué tan lejos podrá llegar con ellos.
Aparentemente, César Cravioto y otros senadores cercanos a la jefa de gobierno le habían asegurado sacar la votación con más de 40 votos a favor de Higinio. En el entorno monrealista se dice, además, que el miércoles los adversarios del zacatecano también irían por su cabeza.
Al final, no ocurrió ni una cosa ni la otra. Ni con el presidente de su lado, ni con la ayuda de César Yáñez y Adán Augusto desde Segob, los adversarios de Monreal pudieron sacar adelante una votación tan importante.
El zacatecano operó en grande: habló y negoció con todos los coordinadores parlamentarios, a los que además de esperanzarlos con meterle cierto freno a algunos temas de la agenda presidencial, ha venido dándoles recursos, cargos, y prebendas, fiel a su estilo.
Además, Monreal tiene la "ventaja" de ser más que flexible en sus principios. La retórica de que el Congreso debe ser un "órgano de control constitucional" es especialmente un cálculo político y un gesto para endulzarle los oídos a la oposición. Pero le salió bien.
En cualquier caso, Monreal midió sus fuerzas y exhibió su destreza. El personaje puede no gustar, pero no se le puede regatear que es intrépido y hábil. Su jugada fue especialmente magistral porque no rompió con el gobierno -hasta ahora-, pero tendió un puente con el bloque opositor, del que eventualmente podrá obtener réditos.
¿Qué tan duradera podrá ser esta victoria y qué podrá aportarle? ¿Estarán dispuestos el Presidente y el secretario de Gobernación a tolerar que la bancada de Morena en el Senado la siga encabezando alguien que ha demostrado ser capaz de desafiar al propio López Obrador?
Ya lo veremos.
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