El novelista y periodista, Juan Villoro, estuvo en esa casa editorial presentando su más reciente obra literaria, La Tierra de la Gran Promesa, en el marco de los festejos por el centenario de El Siglo de Torreón.
Villoro, multipremiado novelista en diversos países, consiguió emplear recursos como el cine, la ficción, el amor, narcotráfico y casos verídicos como el incendio de la Cineteca Nacional el 24 de marzo de 1982, para crear una atmósfera que nos envuelve en la vida de un exiliado documentalista mexicano cuyo pasado lo alcanza.
Con una pluma ligera y rápida que también empleó humor, el también articulista de esta casa editorial conversó sobre el proceso de construcción de su novela.
-Con el oficio de los tres principales personajes de esta obra ¿Cómo juega su papel la veracidad en la novela, La Tierra de la Gran Promesa?
Antes que nada, una felicitación calurosa a El Siglo de Torreón, creo que es completamente heroico que un periódico llegue a un centenario en estos tiempos, y me parece notable que una empresa como esta haya cumplido esta edad en perfecto estado de salud. Para mi es un honor estar aquí y un privilegio poder colaborar con El Siglo de Torreón.
El tema del periodismo tiene que ver con la veracidad como muy bien dices, y los tres personajes principales de mi novela (Diego, su padre y Anaya), son personas que se dedican de manera diferente a trabajar con la verdad y rendir testimonio, porque el padre del protagonista es un notario, y finalmente es alguien que da fe de todas las transacciones que ocurren y que estas sean legítimas, es una manera de contar jurídicamente con la verdad.
Su hijo (Diego) es un documentalista que pretende registrar la realidad de manera objetiva, y luego está Adalberto Anaya, que fue un condiscípulo de él que finalmente entran en una rivalidad y posteriormente en una reconciliación curiosa, y pues él es un periodista.
La novela trata de la dificultad de indagar la verdad y los compromisos que contraes para hacerlo. En mi novela, Diego González entrevista a un capo del narcotráfico en una casa de seguridad porque alguien le facilita este contacto, pero nadie te facilita contactos de manera altruista, de algún modo esa persona quiere que tú lo representes, que te conviertas en un so vocero, y el periodismo tiene esta circunstancia ambigua. Todos queremos dar una noticia que nadie ha dado, todos queremos recibir una filtración, pero el precio de hacerlo, muchas veces es convertirse en denunciante de alguien, o cómplice de quien te proporciona la información
En la novela se entrecruza el cómo todos somos responsables de aquello que todos decimos.
Había un crítico en Austria, que yo admiro mucho que se llama Karl Kraus, quien decía "quien calla una palabra es su dueño, quien la pronuncia, es su esclavo", porque cuando no has dicho las cosas las puedes administrar, pero una vez que las dices, eso tiene consecuencias, y tienes que pagar por esas consecuencias.
-En este sentido quiero recalcar esto, pues se uso mucho el narcotráfico, pero no es una novela sobre eso, es más una tragedia y Diego todo lo asimila con películas, ¿De qué manera el uso de recursos cinematográficos te ayudó a construir esta obra que se rige desde un inicio caótico?
Me gusta mucho que digas que no es una novela sobre narcotráfico, porque en efecto, La Tierra de la Gran Promesa tiene un telón de fondo, de una posibilidad de lo que ocurre con el crimen organizado que desgraciadamente ha entrado de tantas formas a nuestras vidas, pero esta es una novela que tiene que ver con historias personales, pero sobre todo con descomposición social que va a afectando a los personajes en lo más íntimo.
Todos nosotros, cuando estudiamos, por ejemplo, una guerra, podemos entrar en contacto con estadísticas evidentes como las muertes, las mutilaciones, las violaciones, los deportados, pero todos los problemas sociales tienen otro tipo de estadísticas que no se registran, que son los problemas psicológicos, las separaciones sentimentales, los desencuentros, que son producto de un clima de descomposición social y de violencia.
En mi novela yo quería retratar eso, el cómo afecta este clima que hemos vivido los mexicanos en las últimas décadas en lo más íntimo a los personajes.
Mi personaje es un cineasta, él empieza a hacer cine cuando la Cineteca Nacional arde en llamas, el acervo más valioso de México, más de seis mil películas se destruyeron en ese siniestro. También fue una época cuando el cine dejó de recibir apoyos para producciones de calidad, y se volvió el cine de traileras y ficheras; mi generación tuvo un panorama muy negro para hacer cine, entonces, esto tiene que ver con el horizonte del personaje, pero tiene un valor simbólico ese incendio, porque el empieza un trabajo cuando su oficio mismo parece arder en llamas, y dice "¿Qué sentido tiene hacer esto en este país?", es algo que se queda en su memoria, por lo que todo lo que ocurre en su memoria es el saldo de ese incendio, que tiene que ver con esta situación de un país que puede, en cualquier momento, estar en llamas.
Por eso me parece muy importante esta sensación de conectar lo que es el país como contexto, con lo que es el personaje en lo individual… La novela trata de todo esto, de ese contexto que arde en llamas y las vidas íntimas de los personajes.
-"Vivir en un país donde no se explican los desastres" y "Fracturas de un país en descomposición" son dos frases empleadas que reflejan la tragedia colectiva centrada en tus personajes ¿Cómo estás reflejando ahí al México contemporáneo?
Una de las cosas que inquietan a la gente, es que ciertos desastres no tienen solución, pensemos tan solo en los 43 estudiantes de Ayotzinapa, víctimas de una desaparición forzosa, ¿Cuántas víctimas hubo en el 68?, se han manejado distintas cifras en la Matanza de Tlatelolco, pero nunca ha habido un número certero.
Hay muchas cosas que ignoramos en México… El incendio de la Cineteca en 1968 no sabemos si fue provocado, o si fue un accidente, no sabemos cuántas víctimas hubo, no hubo responsables evidentes del suceso.
Cuando hay siniestros que no tienen explicación, la gente tiende a buscar a través de la imaginación, a través de la suposición conclusiones, y para eso sirve la literatura; a diferencia del periodismo, hay cosas que no se pueden indagar, son cosas que solo puedes cubrir desde la ficción.
Entonces, en mi novela mis personajes tienen esta parte, una vida pública, una vida privada, e incluso podría decir que una vida secreta que sólo puede aparecer en las novelas y nunca en los periódicos… La vida de los traumas, de los anhelos más profundos, los pequeños vicios, pero bueno, todo ese mundo trata de explicar una realidad que en sí misma no tuvo una explicación satisfactoria.
En un país como México, donde hay más preguntas que respuestas, es una de las mejores respuestas posibles.
-Durante la novela, Diego vive una parte de su vida en Barcelona, pero la describe como si fuera la Ciudad de México en muchas ocasiones, ¿Qué similitudes hay?
Bueno, él tiene que huir a Barcelona por las circunstancia de violencia que está viviendo en México, tiene un hijo pequeño, es muy negativo para él, pues su suegro ha sido secuestrado y, como muchos mexicanos, ha pasado por una situación violenta, lo que lo hace pensar que su vida pueda estar mejor en el extranjero, pero una de las paradojas de los exilios es que, cuando empacas tus cosas, también empacas tu conciencia, y ahí van todos tus problemas, todos tus traumas, entonces Diego se va a Barcelona, pero el es un documentalista mexicano, él quiere cubrir la realidad, tiene ese ADN, ha estado con las autodefensas en Michoacán, ha estado en el levantamiento zapatista, estuvo con los sacerdotes rebeldes de Morelos, entrevistó a un capo del narcotráfico, tiene un historial de buen testigo de la vida mexicana.
En Barcelona el se siente perdido porque no tiene algo especial que hacer, entonces busca compararla con México, y se dice ¿Qué falta aquí? y dice, bueno, en México siempre hay un perro callejero que ladra en la noche, por lo que dice "Me siento bien y todo pero ¿Dónde está el perro que me hace sentir en casa?", y luego la realidad lo obliga a volver, porque como yo digo, se llevó sus problemas a Barcelona, y para solucionarlos, eso solo lo puede hacer en México.
Por eso es una novela de ida y vuelta.
El escritor y periodista Juan Villoro estuvo en esta casa editorial presentado su más reciente novela.